La clínica donde los Vargas Llosa pagaban por «pasar hambre»
El escritor y su todavía mujer, Patricia Llosa, eran clientes habituales de la Buchinger, donde iban a ayunar y meditar cada mes de julio
Sean Connery, Isabel Sartorius, Christina Onassis, Carmen Sevilla, Juan Luis Galiardo, Brian Ferry, Max Frisch, Vázquez Montalbán, Jesús Gil, Chenoa, Isaac Antik … La lista de las celebridades que han pasado hambre (voluntariamente) en esta clínica es tan larga como corta la de los alimentos que ingieren entre sus blanquísimas paredes. Sin embargo, los clientes más recurrentes han sido Mario Vargas Llosa y su todavía esposa, Patricia Llosa , quienes durante más de dos décadas no han faltado a su cita anual para «meterse en cintura».
El mes de julio solía ser el elegido por la pareja para ingresar en la Clínica Buchinger de Marbella . Al parecer, para ellos ayunar no es un sufrimiento, sino un placer. Así lo dijo el Premio Nobel en el discurso que pronunció en la clínica en octubre de 2011. «Creo que no es una exageración decir que salimos siempre rejuvenecidos, más delgados, más optimistas y con mucho dinamismo para enfrentar esa experiencia que es volver al siglo, al mundo, a esa vida cotidiana, llena de preocupaciones y de tentaciones, en la que todos, sin excepción, tenemos momentos de desánimo y, a veces, de desilusión y hasta desesperación». Palabras premonitorias las del escritor, que este año no sabemos si acudirá acompañado de Isabel Preysler o si será Patricia la que ingrese en busca de un refugio ante el interés mediático que ha supuesto la ruptura de su vida en pareja.
Este ayuno voluntario no supone estar a agua y meditación, al estilo Gandhi. El Método Buchinger permite ingerir 250 calorías diarias que aportan las vitaminas, minerales y todos aquellos elementos que el organismo necesita para mantener el equilibrio nutricional y un buen nivel energético. Zumos de fruta, caldos de verdura, infusiones y miel conforman el menú de cada día . En la primera jornada, el paciente se somete a un análisis exhaustivo y los especialistas determinan si está indicada esta abstinencia o si tiene que optar por una dieta hipocalórica de 600 calorías, a base de papillas de trigo, fruta, yogur, verduras y hortalizas frescas , recogidas de su propio huerto ecológico.
¿Se adelgaza? Si al organismo no le damos de comer, se alimenta de las reservas que guarda: quema, elimina y, naturalmente, se pierden kilos. Pero este es el aspecto menos importante de la cura. El éxito del método está en que se le dan vacaciones al estómago, pero también al cerebro . «Nada más cruzar el umbral de la clínica, una serenidad me embarga. La sensación es de que el tiempo ha dejado de ser esa locomotora enloquecedora , atronadora, y ha empezado a moverse de una manera mucho más humana, relajada, agradable», describe Vargas Llosa.
Pero la estancia en Sierra Blanca no es un tiempo de holganza. Las horas son muy activas. Al rigor alimenticio se suman paseos por la playa, yoga en el jardín, largos en la piscina, clases de tenis… «Mantener el cuerpo ocupado es primordial para olvidarse de la comida», cuenta Isabel Sartorius, que pasó por allí hace unos años . «Como lo es tener la mente activa. Leer, escribir, escuchar música...» . Hay momentos para la meditación, el qi gong o la relajación con cuencos tibetanos. Y muchos de los pacientes aprovechan para aparcar adicciones como la del tabaco (no se permite fumar más que en un área muy restringida), el alcohol (prohibido), el teléfono móvil e incluso la ropa (el dress code es un albornoz blanco).
Copio, para terminar, una líneas del discurso del escritor peruano, que bien podría haber escrito hoy: «Creo que en la clínica, a la vez que uno ayuna, aprende a meditar, a reflexionar sobre sí mismo, a hacer unos balances de su propia vida, y que esa rutina que es intensa, pero al mismo tiempo de una inmensa paz interior, lo que ayuda mucho a saber aquello que hace mal o que hace en vano, y a descubrir que es lo que debería hacer más y mejor» . Ejem.
Noticias relacionadas