Rosario Sasieta, la «Señora Ley» que divorcia a los ricos y famosos peruanos
La abogada más célebre de Perú analiza en ABC la separación de los Vargas Llosa: «Lo más saludable es que lleguen a una conciliación»
Rosario Sasieta lleva treinta y dos años «descasando» a la flor y nata de Perú. Todavía recuerda a una de sus clientas más ilustres, la socialité argentina Isabel Zorraquín. Sasieta, popularmente conocida como «Señora Ley», fue quien llevó adelante la ejecución de la sentencia de divorcio de la madre de Isabel Sartorius y el político peruano Manuel de Ulloa. Es una de las mejores en lo suyo y por eso desde hace años la reclaman en los platós de televisión para aconsejar a miles de mujeres al borde de un ataque de divorcio (la siguen casi 60.000 personas en Twitter).
Pocos abogados matrimonialistas pueden presumir de haber sido diputados y autores de la ley del divorcio rápido de su país. Sasieta, que fue congresista por el Frente Centro de 2006 a 2011, impulsó la normativa que ahora permite a todos los peruanos realizar sus trámites en las notarías, descongestionando un Poder Judicial que por entonces, en 2008, tenía 3,6 millones de expedientes de divorcio sin sentencia. «Gracias a esa ley hemos aligerado los procesos, reduciendo el tiempo de espera para la disolución del matrimonio de unos 24 a 6 meses. Ahora hay un sinceramiento de las parejas que ya no quieren estar casadas y que antes no daban ese paso por la lentitud de la burocracia», dice al otro lado del teléfono desde su bufete en Miraflores, el barrio pijo de Lima.
Como el matrimonio Vargas Llosa pasaba seis meses en su piso en el distrito limeño de Barranco, y los otros seis en Madrid, podrían iniciar su proceso de divorcio en su país natal. «Creo que la esposa preferiría mil veces interponer la demanda aquí en Perú, su casa, antes que en España, que es territorio adverso. Se casaron en Lima, tienen bienes en común en Lima y su domicilio conyugal está inscripto aquí, por lo que lo normal sería que el proceso se realice aquí», señala prestigiosa letrada. La mujer del Premio Nobel podría presentar su demanda de divorcio en el juzgado de Familia de Lima y, con el sistema «express» de la «Señora Ley», desvincularse de su marido en cuestión de seis o siete meses.
«Eso sí, siempre y cuando el matrimonio Vargas Llosa lo quiera hacer de mutuo acuerdo», aclara la abogada matrimonialista de los ricos y famosos peruanos. «El Código Civil de nuestro país establece que las personas pueden divorciarse de dos formas: por el mutuo acuerdo, o por causal. Las causales están taxativamente señaladas en el Código y uno de ellas es el adulterio», explica. El procedimiento por un causal como el de adulterio se inicia cuando hay una controversia (por ejemplo, una infidelidad) y las partes no se ponen de acuerdo. En un caso así, el litigio puede prolongarse de tres a cuatro años y debe llegar hasta la Corte Suprema de Perú (un equivalente al Tribunal Supremo español).
«Con dos años de separación de hecho, el o la infiel pueden divorciarse unilateralmente. En el caso del matrimonio Vargas Llosa, han vivido juntos hasta el mes de mayo, de modo que el señor Vargas Llosa no puede divorciarse unilateralmente hasta dentro de dos años. Ahora mismo sólo puede hacerlo a través de mutuo acuerdo o recurriendo a alguno de los causales», señala Sasieta. Pero es Patricia quien tiene las mejores cartas para interponer una demanda de divorcio por causal, y la figura legal del adulterio podría ocasionarles muchos problemas al Premio Nobel.
«La señora Vargas Llosa tiene seis meses para presentar su demanda de divorcio por adulterio, superado ese plazo prescribe esa posibilidad legal», explica la abogada. Pero el mayor obstáculo en un procedimiento de ese tipo es presentar pruebas que demuestren la infidelidad. «Es importante que él lo reconozca, porque sino es muy complicado comprobarlo. Unas fotografías por sí solas, como las que se han publicado en la revista ‘‘¡Hola!’’, no demuestran nada y no son prueba de adulterio», puntualiza Sasieta.
Los bienes en juego
En la época en que Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa se casaron en Perú sólo existía el régimen de sociedades gananciales: todo lo adquirido antes del matrimonio es propio; todo lo adquirido durante el matrimonio es de los dos, salvo que haya habido entre ambos una escritura pública de separación de patrimonio. Pero de probarse adulterio, la Justicia puede ordenar una indemnización para Patricia, cuya cifra sería «un buen cóctel que depende del daño ocasionado, del tiempo transcurrido y de la persona ofendida y de cuanto representa para ella esa indifelidad».
Todo el mundo sabe que Llosa fue clave en el desarrollo y éxito profesional de su marido. No obastante, no podría alegar ese apoyo para recibir una cifra adicional. «Es un trabajo invisible y en una controversia judicial no es muy bien valorado. No puede pedir indemnización por tiempo de servicio porque no fue su empleada, fue su compañera de vida», responde Sasieta. «Pero sí tiene derecho a una renta vitalicia», añade.
¿Y el millón de euros que se embolsó el escritor por el Premio Nobel? «Todos los premios, galarones y condecoraciones le corresponden al señor Vargas Llosa. ¿El dinero del Nobel? Es un bien propio, eso no le corresponde a Patricia, pero se puede compensar con otra cosa», dice.
La abogada insiste en que, tras tantos años, lo más sabio es conciliar, llegar a un acuerdo y divorciarse por mutuo acuerdo. «Se hace un inventario de los bienes y se divide en mitades iguales y todo queda sotto voce y no se echa más carbón en público», dice. «Pero solo ellos saben como llegar a buen puerto en esta liquidación de medio siglo de una sociedad. Porque un matrimonio, al fin y al cabo, es una sociedad».