A codazos en el mercado

Londres convierte el Borough Market, su mercado de alimentación más antiguo, en una gran atracción turística

A codazos en el mercado l.v

luis ventoso

El Borough Market, a orillas del Támesis y a un paso del Puente de Londres, es el mercado de alimentos más antiguo de Inglaterra. Cuentan que ya en el siglo XI los agricultores plantaban allí sus puestos, libres de las restricciones que imperaban de murallas adentro. Tanto éxito alcanzaron que en 1754 el Parlamento lo prohibió, porque creaba congestiones en el paso al vecino puente. Al parecer ya había atascos en el siglo XVIII. Pero dos años después, en 1756, varios vecinos compraron una parcela de 18.000 metros cuadrados y reabrieron sus tenderetes, en el mismo lugar que ocupa el mercado actual.

Londres, donde el marketing de todo lo suyo es casi una religión, ha convertido aquello en una enorme atracción turística, con riadas de visitantes en fin de semana. El recinto ha aparecido en películas, de Bridget Jones a Harry Potter. Los chefs de moda ingleses ruedan allí con frecuencia programas didácticos, que instruyen a un país que está aprendiendo a comer.

Comparado con los estándares de las formidables plazas de abastos y mercados españoles, el Borough Market no te deslumbra (la secciones de pescado, por ejemplo, son cortas). Pero en general la calidad es alta –la mejor de Inglaterra- y el cosmopolitismo de la oferta resulta deslumbrante, propio de la urbe global que hoy es Londres.

En fin de semana recorrerlo se torna atosigante . Aún así, las tentaciones culinarias de su centenar de puestos invitan a pararse y probar, aunque sea de pie y a codazos. No faltan frutas, embutidos españoles y nuestra paella (con el vendedor más interactivo del recinto abordando a todo guiri que se mueve).

La reinvención del Borough Market como atracción turística es en realidad un invento de este siglo . En el XX todavía actuaba como proveedor de vegetales al por mayor para los ultramarinos de Londres. El lugar merece una visita, porque mezcla el art decó de algunos edificios con el detalle un poco «Blade Runner» de que por encima le pasan las vías de un nuevo puente ferroviario. La última reforma se concluyó en 2013, con ronda de tapeo del Príncipe Carlos para festejarlo.

Morcilla a cinco euros

Metido en faena, haces una cata en un puesto de vieiras tras una cola de asiáticos. Una matrona inglesa saca tres de una caja de plástico, las pasa por una parrilla, negra como el casco del petrolero «Urquiola» y las asienta en una concha sobre una cama de soja. Te cobra cinco libras (casi siete euros) y están excelentes. En la tienda Brindisa de productos españoles una morcilla de Burgos cuesta 3,5 libras (unos cinco euros) . En un puesto de fruta, medio kilo de impresionantes cerezas extremeñas son cinco euros al cambio, barato para los habituales sablazos frutales de los supermercados londinenses.

Al fondo, justo a la espalda del mercado, se yergue el segundo edificio más alto de Europa, «La Esquirla» de Renzo Piano , un rascacielos amable, pese a sus 70 pisos, del que el gran arquitecto canario Arsenio Pérez Amaral, de paseo por Londres, explica que no intimida ni mirándolo desde su misma puerta. Enfrente, el pasado: la catedral de Southwark, del siglo XIII, y el navío con el que el pirata Drake hizo mil perrerías a los españoles. Pero esas son ya otras historias.

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