Diego D’Ambrosio, el barbero de los embajadores
En el centro de Washington corta el pelo a diplomáticos, políticos, magistrados y cardenales
El aroma a café expreso llena la peluquería de Diego D’Ambrosio cuando el establecimiento abre cada día a las ocho de la mañana. Los primeros clientes comparten ese café que al comienzo de la jornada siempre se toma el «cavaliere», título que le dio la República Italiana a quien desde hace más de cincuenta años rige «Diego’s Hair Salon» . El expreso y las paredes llenas de retratos de clientes famosos diríanse más propios de un restaurante, pero es que la barbería D’Ambrosio ha logrado tanta fama como la de una cocina popular y sabrosa .
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« Rodrigo Rato era una persona muy atenta, siempre me trató con mucho respeto y gran gentileza », cuenta el peluquero, señalando la foto enmarcada del dirigente español, que cuelga entre más de un centenar de rostros: diplomáticos, políticos, magistrados y cardenales . Si Hollywood tiene sus actores, las personas del poder son las «celebrities» de Washington.
Fidelidad
Cuando Rato fue director gerente del Fondo Monetario Internacional vivió en esta área de Dupont Circle donde se encuentra la peluquería. «Un señor, un gran señor», lo califica D’Ambrosio, quien desecha las acusaciones recientemente vertidas contra el antiguo vicepresidente del Gobierno . El peluquero responde a sus clientes con la misma fidelidad que le profesan.
Por sus manos han pasado las cabezas de 101 embajadores y de 41 jefes de Estado o primeros ministros de todo el mundo, de acuerdo con el cálculo que se lleva en el establecimiento. Hay fotos de Bill Clinton y de George W. Bush , de Benjamin Netanyahu y de John Major , de varios miembros del Tribunal Supremo y de algunos príncipes de la Iglesia. A algunos D’Ambrosio los atiende en sus casas, pero otros prefieren pasarse por la tienda, muy próxima a la « Embassy Row », el tramo de la Avenida Massachusetts que concentra buen número de embajadas. La peluquería está en una corta calle que desde 2010 lleva oficialmente el nombre alternativo de Diego D’Ambrosio Way.
El italiano emigró a Estados Unidos en 1961, poco después de que John F. Kennedy inaugurara su presidencia. En 1965 abrió su propia peluquería y en la década de 1980 trasladó esta a su actual emplazamiento. Entonces subió dos dólares el precio del corte de pelo y en esos 20 dólares (17,8 euros) lo ha mantenido todos estos años. Con la ayuda de su esposa y otros empleados compensa el retroceso del valor con más clientes , aprovechando que el interior de Washington, como ocurre en otras ciudades estadounidenses, ha vuelto a atraer residentes. El centro se llena de más jóvenes, y D’Ambrosio no tiene problema en adaptarse a modas: «con el tiempo el corte ha ido cambiando , pero nosotros hacemos lo que el cliente nos pide».
«Aquí ofrecemos un servicio maravilloso, con el respeto que el cliente quiere », afirma. Mientras dice eso, avanza hacia a la puerta para saludar a la última persona que ha entrado. Le dirige unas palabras, bromea con referencias a alguna ópera y le pone en manos de otro peluquero si él personalmente no va encargarse del trabajo.
No tiene planes de jubilarse , y desde luego no piensa en un retiro en Italia . « Cuando llegué y tenía 25 años el plan era volver, pero ya he hecho mi vida aquí . Además, Washington me gusta mucho. La gente es diferente a la de otras muchas ciudades».