Una difícil historia de amor con final feliz
Carlos Felipe de Suecia y Sofia Hellqvist ayer se dieron el ansiado «sí quiero» en una pequeña gran boda real
Carlos Felipe de Suecia por fin logró, ayer por la tarde, su tan ansiado propósito de contraer matrimonio con la modelo Sofia Hellqvist. Aunque faltaron miembros destacados de diversas Casas Reales europeas, esta ha sido una boda de empaque, con 300 invitados y celebrada en la Capilla Real del Palacio de Estocolmo.
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En torno a las 16:30 horas, la hoy princesa Sofia llegaba feliz al templo, con un vestido en crepé de seda de la diseñadora sueca Ida Sjöstedt y confeccionado con telas bordadas de origen español. Los encajes eran de José María Ruiz, uno de los mejores establecimientos del ramo, que, desde su tienda en la calle de Ramón de la Cruz (Madrid), provee a grandes modistos españoles. Se trata, no obstante, de un vestido que replicaba en cierto modo al famoso diseño de Helen Rose que Gracia de Mónaco lució en 1956 en su boda con el Príncipe Rainiero y, a su vez, al vestido que Sarah Burton (McQueen) confeccionó para Catalina de Cambridge en su enlace con el Príncipe Guillermo de Inglaterra en 2011. Esta idea del corte tipo ilusión, truncado por un amplio escote en uve, resultaba poco novedosa. La cola salía de la cintura y el velo, de tul con encajes bordados a mano, abrazaba un chignon bajo, obra del peluquero Marwan Hitti.
La Reina Silvia fue, probablemente, la más elegante con un precioso vestido que combinaba el satén lila y el encaje violeta. A juego, su impresionante corona de zafiros y brillantes, la llamada «tiara de Leuchtenberg», regalo de Napoleón a un hijo de la Emperatriz Josefina, antepasada de la Familia Real sueca. Un espectacular broche compañero y un collar de chatones añadían aún más porte a su presencia. El Rey Carlos XVI Gustavo llevaba el uniforme de Almirante de la Marina sueca.
Ha sido sonada la presencia en solitario de varias Reinas europeas, como es el caso de Sonia de Noruega, con un vestido plisado amarillo, y Margarita de Dinamarca, de rojo y extremadamente delgada. Máxima de los Países Bajos, muy elegante, lució un diseño de Jan Taminiau en tonos rojizos y muy favorecedor. Este modisto holandés fue el responsable del vestido azul con capa que llevó a la entronización de su esposo, el Rey Guillermo Alejandro. La Reina Matilde de los Belgas, de azul y sin tiara, también fue sola a la ceremonia.
La Princesa Mary de Dinamarca fue otra de las más acertadas con su impresionante vestido en gris azulado. Entró en la Capilla Real del brazo de su marido, el Príncipe Federico. Les siguieron el Príncipe Joaquín de Dinamarca y su esposa la Princesa Marie, que optó por una elegante pieza verde agua. Mette-Marit y Haakon de Noruega, así como Marta Luisa de Noruega y Ari Behn, también estuvieron presentes.
En representación de la Familia Real de Japón viajó hasta Estocolmo la Princesa Hisako , viuda de Norihito, primo hermano del Emperador Akihito. Los condes de Wessex, Eduardo y Sophia, representaron a la Corona británica. Pero, sin duda, una de las señoras más elegantes fue Tatiana de Grecia, que, acompañada del príncipe Nicolás, lució un maravilloso modelo palabra de honor en plata con bordados y pedrería.