Ocho condenados por aprovecharse de la heredera de L'Oreal
El extesorero de Sarkozy ha sido el único absuelto en el «caso Bettencourt»
Los cosméticos más refinados no han podido maquillar el fabuloso caso de la multimillonaria explotada por una nube de «chulos» y «chupones», perseguidos y finalmente condenados gracias a los buenos oficios de una hija que ha terminado por quedarse con la fortuna de su madre.
Los flecos políticos del asunto han sido piadosamente enterrados en la tierra baldía de los procedimientos judiciales, salvando milagrosamente a Nicolas Sarkozy de un escándalo inflamable.
La madre, Lilianne de Bettencourt (93 años), es la primera fortuna de Francia, la décima fortuna mundial y fue, en su día, la primera accionista de L'Oreal, la gran multinacional de los cosméticos. Vivió las últimas décadas de su vida rodeada de una nube de turbios personajes, consagrados a «chupar la sangre» de sus riquezas, repartidas con una largueza manicomial.
La hija, Françoise Bettencourt Meyers (62 años), vivió con cierta humillación el penoso espectáculo de la «corte» que rodeó a su madre,tras la muerte de su padre. Hasta que se hartó y decidió abrir, el 2007, un proceso judicial contra su madre -en principio- y contra una docena corta de personajes, acusados de estar «devorando las entrañas financieras del patrimonio familiar».
Tras ocho largos años de incontables «sobresaltos», el Tribunal de Burdeos terminó por dictar sentencia, la tarde del jueves, confirmando las más esperpénticas acusaciones.
Condenados
François-Marie Banier (67 años), fotógrafo, escritor, periodista, hombre de mucho mundo y escasos escrúpulos, ha sido condenado a tres años de cárcel, 350.000 euros de multa y 158 millones de euros de daños y perjuicios a Liliane Bettencourt y su hija. El Tribunal ha considerado plenamente confirmado un «chuleo» interrumpido, durante años, abusando de la «fragilidad mental» de una anciana con las más peregrinas «carantoñas», particularmente íntimas. Con un genio nada común en materia de chuleo, Banier se hizo pagar un seguro de vida por valor de 262 millones de euros, se hizo pagar millonarios gastos suntuosos y manejó entre 400 y 500 millones de euros de una anciana encantada con los piropos de un oficioso «amante» homosexual.
En otro plano, Patrice de Maistre, administrador personal de la anciana millonaria, ha sido condenado a 30 meses de cárcel y una multa de 250.000 euros. Administrador con pocos escrúpulos, hacía firmar a la anciana los más faraónicos cheques para pagar gastos personales, sin olvidar aumentos de sueldo superiores a los 2 millones de euros anuales. Administrador “flexible”, supo trasladar a Francia, ilegalmente, más de 4 millones de euros, depositados en Suiza, para pagar gastos sin control.
Otros «chupones» de diversa categoría han sido condenados a penas relativamente menores, entre los 250.000 euros de multa y varios meses de prisión. Pequeños empresarios, empleados de hogar y un par de notarios, formaban parte de una tela de araña que estuvo espoliando a la anciana, durante años. Un enfermero, Alain Thurin, intentó suicidarse el mismo día del comienzo del juicio. Será juzgado más tarde. El ex «gestor» de origen español de una isla propiedad de la multimillonaria, en las Sichelles, no se presentó en el juicio «por razones médicas».
Victoriosa, finalmente, Françoise Bettencourt Meyers es la gran ganadora de la formidable batalla judicial. Hace años que consiguió poner a su madre bajo tutela médica, al mismo tiempo que pasaba a controlar la totalidad de las acciones mayoritarias en el grupo L'Oreal, el gran imperio familiar, amenazado, un día, por la «locura» materna. Encerrada la madre en una residencia para ancianos víctimas de Alzeimer, la hija se convierte automáticamente en la «zarina» de un fabuloso imperio de cosméticos cosmopolitas
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