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Un bar de película

El cineasta Wes Anderson («El gran hotel Budapest») ha diseñado Bar Luce, en la nueva sede de la Fundación Prada, como si se tratara del decorado de un filme

Un bar de película afp

ángel gómez fuentes

Se encuentra en Milán, se llama Bar Luce y parece un set del realizador y guionista Wes Anderson convertido en realidad. El excéntrico mundo del cineasta americano, conocido por su extraordinaria atención por los decorados y por los detalles en sus películas, como «Los Tenembaums: una familia de genios» y «El gran hotel Budapest», candidata al Oscar, ha diseñado Bar Luce, donde uno puede sentarse ante una silla de formica, beber un Campari o tomarse un café espresso y sentirse en una Italia de los años cincuenta y sesenta.

Se trata del bar de la nueva sede de la Fundación Prada, situada en una antigua destilería del 1910, en un complejo de 19.000 metros cuadrados que el arquitecto holandés Rem Koolhaas ha transformado en un museo. Para realzar la exuberancia visual en una atmósfera de cafetería histórica, el director tejano añade viejos relojes de pared, dos pinball o flipper (uno dedicado al oceanógrafo Steve Zissou, de su filme «La vida acuática»; el otro, basado en su cortometraje «Castello Cavalcanti»), y un jukebox –máquina de música– con los temas de doscientos cantantes italianos. Y para rematar, como homenaje a la arquitectura de la galería Vittorio Emanuele, símbolo de Milán, se reproduce su decoración del techo y las paredes.

Inspiración

Anderson dice que se ha inspirado en las viejas cafeterías milanesas y en dos obras maestras del neorrealismo italiano: «Rocco y sus hermanos» (1960), de Luchino Visconti, y «Milagro en Milán» (1951), de Vittorio de Sica. Wes ha concebido Bar Luce no como un frío set marcado por un universo nostálgico, sino como recreación de un espacio acogedor: «El bar ha sido concebido para ser vivido, con muchos puestos cómodos donde sentarse para conversar, leer, comer, beber», afirma el director.

Bar Luce propone una oferta amplia de servicio de cafetería durante toda la jornada; desayuno, aperitivo y almuerzo rápido o cena. Desde luego, quien ame las atmósferas oníricas de «El gran hotel Budapest» o recrearse en la cultura popular y estética de la Italia de los años cincuenta, ahora tiene un motivo más para visitar Milán, una capital que se encuentra completamente revolucionada por la Exposición Universal , cuyo lema oficial es «Nutrir el planeta. Energía para la vida».

Anderson había mantenido ya una singular colaboración con la firma Prada, que financió el corto «Castello Cavalcanti» (2013), un producto publicitario filmado en Cinecittá de Roma que incluye algunas imágenes clásicas del cine italiano. Fue el homenaje del realizador estadounidense a Federico Fellini. Todo ese universo nostálgico de Anderson, su imaginario visual, ha sido plasmado en Bar Luce, un lugar que marca un estilo y que seguramente puede ser también fuente de inspiración: «Creo que sería un óptimo set, pero también un bellísimo puesto para escribir un filme. He tratado de diseñar un bar donde me gustaría que transcurrieran mis tardes», afirma Wes. Quizás escribiendo el guión de una nuevo película.

Un bar de película

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