Las parisinas se rinden a las joyas ultra sexys

Desde Solange Azagury-Partridge hasta Charlotte Dauphin de la Rochefoucauld, son muchos los diseñadores que apuestan por piezas con alto contenido sensual

Las parisinas se rinden a las joyas ultra sexys juan pedro quiñonero

Juan Pedro Quiñonero

Las joyas sexys son la tendencia de la temporada y, quizá, mucho más allá. Señoras y señoritas, ultra ricas y proletas, se están dejando seducir por un nuevo arte de vestir y desvestir el rostro. Lucie Delhorme, psicóloga, comenta la tendencia de fondo: «Hace años, muchos artistas comenzaron a considerar su propio cuerpo como una obra de arte. Y lo vestían, maquillaban y desvestían como si se tratase de obras de arte efímeras. Las nuevas consumidoras actual tienen los mismos reflejos: las joyas siempre han teniendo una palmaria función ornamental. Las nuevas tendencias tienden a utilizar las joyas y las tatuajes como “materiales” de decoración y exposición, mucho más osados que en otros tiempos».

Según Delhorme, el lujo al más alto precio «puede ser un factor sexy y atractivo. Pero la seducción femenina puede sugerirse con pequeñas joyas, incluso de fabricación propia». El semanario «Elle», muy versado en tendencias para la mujer, titula en su última portada: «¡Desnúdese con joyas! Las joyas más tórridas del verano». La estilista y decoradora inglesa Solange Azagury-Partridge es una partidaria incondicional de la joya sexy: «Cuando era niña, firmaba todas mis cartas con un beso muy rojo glamour. Ya mayor, mis anillos y pendientes en forma de labios tocados de rojo pasión son dos de mis creaciones preferidas».

El aspecto sensual de una joya oscila entre el encanto del rubí rojo pichón y el brazalete de diamantes. A falta de zafiros y aguamarinas, la bisutería proleta puede tocarse con matices íntimos. Los laberintos de la seducción se pierden por incontables senderos que se bifurcan en la más frondosa intimidad. Creadores y creadoras sensibles al mercado de las grandes marcas se han apresurado a entrar en tan prometedores territorios.

El precio no lo es todo

Carine Larretgère, que ha trabajado para Louis Vuitton y Marc Jacobs, ha creado una joya sexy para seductoras con mucho poder adquisitivo: un anillo de zafiros y aguamarinas, estimando que «esa maravilla causa estragos a cualquier hora del día». Joëlle Savransky, de Joëlle Jewellery, apuesta por unos pendientes de oro amarillo y diamantes negros. Charlotte Dauphin de la Rochefoucauld, que trabaja para Colette y Bon Marché Rive Gauche, ha imaginado una joya sexy sencilla pero definitiva: un brazalete en forma de «celdilla» de diamantes.

Las joyas sexys no son patrimonio único de mujeres ricas. La más modesta chica de provincias puede encontrar el talismán que le abra todas las puertas de la seducción más tórrida recurriendo a la artesanía popular que se vende en los mercadillos.

«El arte de la seducción no siempre está relacionado con la importancia del precio de la joya», comenta Rachel de Bovelles, diseñadora, que vende sus creaciones directamente en el barrio del Marais, agregando: «Si se sabe buscar y comprar, se encuentran maravillas en los pequeños puestos de diseñadores jóvenes que intentan abrirse camino vendiendo personalmente sus cosas en algunos mercadillos. Se trata, con frecuencia, de pequeñas cositas de apariencia insignificante. Detalles de formas sinuosas, delicadas y preciosas, que pueden dar mucho atractivo a un rostro que se viste y se desnuda abriendo y cerrando los ojos con picardía».

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