Lolita: «Para mí no era Lola Flores, era mi madre»

«Todos los días me paran para hablarme de ella con cariño», dice la hija mayor de la artista

Lolita: «Para mí no era Lola Flores, era mi madre» José Ramón Ladra

julio bravo

A María Dolores González Flores -es decir, a Lolita- no le hace falta que llegue el 16 de mayo para recordar a Lola Flores. «Yo comprendo que para todo el mundo era Lola Flores, pero para mí era mi madre», dice sencillamente. Lolita se encuentra en estos momentos inmersa en la gira de «La plaza del Diamante», un monólogo basado en la novela de Mercé Rodoreda, dirigido por Joan Ollé, y que hoy lleva a San Sebastián de los Reyes. Se trata de un texto desgarrador, que siempre despierta emociones en el público y en la actriz , pero Lolita no piensa en su madre cuando aborda el personaje. «Yo me acuerdo de ella, de mi padre y de mi hermano todos los días y a todas horas -dice-; es como una película constante que tengo en mi cabeza. En eso no me diferencio de cualquier persona que haya perdido a un ser querido».

«No me puedo quedar con un único recuerdo de mi madre -explica Lolita-. Como digo en “La plaza del Diamante”, “se empujan unos a otros, se desvanecen y vuelven otra vez”, y no me puedo quedar con uno solo. Tengo recuerdos maravillosos de ella. He tenido una madre que se ha preocupado mucho por nosotros, por sus hijos, y tengo muchísimos recuerdos».

Aunque Lolita pudiera olvidarse de su madre, el público se la recordaría. Veinte años después de la muerte de Lola Flores, sigue recibiendo muestras del cariño y de la admiración que despertaba: «Todos los días -dice, acentuando cada sílaba-. Todos los días, cuando termino de trabajar, la gente se me acerca para felicitarme: “¡Cómo te pareces a tu madre!, ¡cómo me la has recordado!’’. Me dicen que la conocieron, o si voy a un restaurante me cuentan que mi madre iba a comer allí. Todo el mundo la recuerda. Todos los días me paran por la calle para hablarme de ella , de su generosidad -porque ella era una mujer supergenerosa-, de sus amigos. Lola Flores está presente, y lo estará siempre, porque ha sido una artista tan grande -y tan grande también como persona- que va a estar en el recuerdo y en el corazón de todos nosotros».

Admiradora

Además de hija, Lolita se confiesa «una de las más mayores y más fieles admiradoras del arte de Lola Flores. Su fuerza, su personalidad, su coraje encima de un escenario... Era una artista genial. Y como madre era tan buena o más que como artista». Recuerda que estaba «siempre pendiente de nosotros. Nos llamaba veinte mil veces a nuestras casas, venía a vernos, íbamos todos los domingos a comer con ella o a pasar la tarde. Mis padres no fueron unos artistas que vivieran solo para su profesión. Primero estaban sus hijos, su familia, y luego su arte, que era tan importante como nosotros, es verdad... Pero sus hijos estábamos por encima de todo. Era una madre a tope, y las veinticuatro horas; no solo un ratito por la mañana».

Lola Flores no vivió la época del teléfono móvil. «Con él seguramente hubiera vivido más tranquila. Yo, que soy madre, le agradezco a la tecnología la existencia del móvil». ¿Se reconoce Lolita como madre en Lola Flores? «Mucho. Nos criaron a su imagen y semejanza. Y mi hermana y yo somos, como madres, iguales que ella: les damos a nuestros hijos el mismo amor, la misma libertad y la misma confianza que recibimos».

Gallina clueca

Era también, añade, «muy pesada, como yo. Siempre besándonos y abrazándonos. A lo mejor me decía: "Llevas dos días sin darme un beso". Mentira. Se lo acababa de dar hacía dos horas, pero ella era así. Era muy gallina clueca con sus polluelos».

Lleva Lolita clavada una enseñanza recibida de su madre. «Siempre decía que había que superar las vicisitudes, mirar para adelante y darle muchas gracias a Dios -era muy creyente- por todo lo bueno que nos da y por todo lo que tenemos, en lugar de lamentarnos de lo que no tenemos».

Lola Flores se ha proyectado también en sus hijos y sus nietos. «Mi hermana, claro, me la recuerda constantemente. Y a mi hija Elena le veo muchas cosas de mi madre, igual que a mis sobrinas Alba y Lola : gestos, gustos... Es la tercera generación. A mi hija, por ejemplo, le encantan las barras de labios, y a mi madre era lo que más le gustaba en el mundo. Elena, como su abuela, es muy coqueta y muy femenina; le gusta arreglarse, igual que a ella».

Lolita: «Para mí no era Lola Flores, era mi madre»

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