David Petraeus, una carrera truncada por el amor de una mujer

La saga extramatrimonial del general termina con una confesión judicial por compartir secretos oficiales con su amante

David Petraeus, una carrera truncada por el amor de una mujer afp

pedro rodríguez

Con su trayectoria podría haber sido uno de esos excepcionales militares de Estados Unidos cuyo escalafón termina en el despacho oval de la Casa Blanca. General de cuatro estrellas del Ejército de Tierra, doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad de Princeton, comandante favorito del Pentágono en Irak y Afganistán, estratega de las guerras del futuro, respetado tanto por republicanos como demócratas en Washington, director de la Agencia Central de Inteligencia... No es fácil entender que toda esa ejemplar hoja de servicios haya terminado de forma tan decepcionante esta semana con un acuerdo con el Departamento de Justicia para evitar la cárcel.

El antes y después en la historia de este arruinado héroe americano se llama Paula Broadwell . Esa brillante y atractiva mujer, graduada de West Point y reservista, entabló contacto con el general para escribir su tesis doctoral. El proyecto culminó en una biografía de Petraeus, publicada con el título de «All in» . Los dos estaban casados y lo que empezó con mucho tiempo juntos e intereses compartidos culminó en una relación extramatrimonial. Al trascender esa complicada distracción, en parte por los incontrolables celos de su amante, Petraeus tuvo que dimitir como director de la CIA en noviembre 2012, tres días después de la reelección del presidente Obama.

La relación del telegénico Petraeus fue descubierta ni más ni menos que por agentes de FBI durante la investigación de una denuncia por ciberacoso presentada por Jill Kelley, una socialite del entorno del general en Florida. Esta mujer había recibido una serie de amenazadores y anónimos correos electrónicos insistiendo en que ni se acercase al general. Los agentes determinaron que esos correos habían sido enviados por Paula Broadwell. Y tirando de ese hilo encontraron evidencias de que el general había compartido material clasificado con su amante.

Desde entonces, Petraeus ha estado pendiente de las repercusiones legales de su affair. Sobre todo al quedar demostrado que había compartido con su amante parte del material top secret al que tenía acceso como responsable de los servicios de inteligencia de Estados Unidos. Ese material, en la jerga de la CIA, se conoce como «libros negros» y son cuadernos con notas manuscritas secretas sobre reuniones oficiales, estrategia militar, medios de espionaje e incluso las identidades de agentes infiltrados.

Multa de 37.0000 euros

Para evitar la cárcel, Petraeus ha llegado finalmente a un acuerdo con el Departamento de Justicia reconociendo su imprudencia. Una implicación que él había negado cuando fue inicialmente interrogado por el FBI. El delito menor confesado por el general retirado (manejo no autorizado de material clasificado) le podría suponer teóricamente un año de cárcel pero los fiscales federales se dan por satisfechos con dos años de libertad condicional y una multa de 40.000 dólares (unos 37.000 euros).

En cierta manera, este acuerdo supeditado a la aprobación de un juez federal supone un alivio para Petraeus. Ya que pone punto y final a dos años de incertidumbre sobre su futuro y evita nuevas revelaciones morbosas. A partir de ahora, se espera que el general pueda capitalizar plenamente su experiencia y superar el frustrante final de su carrera pública. Al alcance de la mano tiene toda clase de puestos lucrativos en consejos de administración, el circuito de discursos pagados, asesoría en materias de seguridad nacional y contratos como profesor visitante en universidades de máximo prestigio.

La infidelidad matrimonial no es un delito investigado por el FBI en Estados Unidos. El gran problema de Petraeus ha sido su irresponsable manejo de secretos oficiales, un problema bastante habitual en Washington. El ex fiscal general Alberto Gonzales tuvo que responder en 2008 por tener ese tipo de material confidencial en el ordenador de su casa, al igual que ex director de la CIA, John M. Deutch. El ex asesor de seguridad nacional Samuel Berger de Clinton incluso tuvo que admitir que se había llevado documentos clasificados de los Archivos Nacionales.

Públicamente, Petraeus ya ha pedido disculpas por su conducta tan poco ejemplar. Y por el momento, su matrimonio de cuarenta años con su esposa Holly no ha terminado en divorcio.

David Petraeus, una carrera truncada por el amor de una mujer

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