El tesoro de los Rothschild encuentra refugio en Boston

Después de décadas de robos y pleitos, parte de las joyas de la colección han sido donados al Museo de Bellas Artes de Boston

El tesoro de los Rothschild encuentra refugio en Boston abc

javier ansorena

El nombre Rothschild suena a banca, a arte y a saqueo. Los tesoros en Austria de una de las familias judías más ricas del mundo fueron robados por los nazis en 1938. Fueron 3.500 piezas que, acabada la Segunda Guerra Mundial, se descubrieron en unas minas de sal al Oeste de Viena. Pero no todo se recuperó: algunos objetos se perdieron en el camino y otros, los más valiosas, tuvieron que ser donados a la fuerza a Austria.

Casi ocho décadas después del saqueo hitleriano, parte del tesoro ha encontrado la paz entre los muros del Museo de Bellas Artes de Boston. Hasta aquí han llegado por el empuje de Bettina Burr, nieta de los barones Alphonse y Clarice de Rothschild, dueños de la colección original saqueada por los nazis.

Burr ha conseguido que los herederos de esta rama austriaca de los Rothschild cedan al museo bostoniano 186 piezas valiosas de artes decorativas, muebles, pinturas, dibujos, joyas, miniaturas y libros. A partir del 1 de marzo, 80 de ellas se podrán ver en la muestra «Restaurando un legado: los tesoros de la familia Rothschild», que estará abierta al público hasta el 21 de junio.

Entre las obras seleccionadas hay 14 piezas que Adolf Hitler había seleccionado para su «Führermuseum» en Linz, el museo con una colección que, en la mente del dictador, haría palidecer el Louvre parisino . Un grabado de Durero de una cota de armas, tres piezas de mobiliario francés y una pintura del siglo XVII atribuida a Nicolas Maes eran del gusto de Hitler.

La colección fue iniciada a mediados del siglo XIX por el barón Nathaniel von Rothschild y su hermano, Albert. A Alphonse y Clarice, los abuelos de Bettina Burr, la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi les pilló de viaje en Londres. El barón, un coleccionista ávido de filatelia, quería visitar una exposición en la capital británica a la que había prestado sellos muy valiosos. En su ausencia, los nazis confiscaron todas sus posesiones. Entre lo poco que se salvó fueron las joyas de Clarice, que viajaron con ella. Un impresionante broche de esmeraldas y diamantes, regalo de su marido por su 25 aniversario, es una de las piezas que ahora forman parte de la colección del museo de Boston.

Recuperación del legado

La colección de sellos de Alphonse sirvió para sacar a toda la familia de Austria y mandarla, vía Suiza, Inglaterra y Canadá, a EE.UU. Pasada la guerra, los Rothschild regresaron a Europa para tratar de recuperar sus bienes. Se encontró la colección de arte –que fue catalogada por los Monuments Men, el cuerpo de historiadores del arte en el que se basó la película protagonizada por George Clooney - y en 1949, todo estaba preparado para volver a manos de los Rothschild. Pero el Gobierno austriaco se basó en una ley de 1918 para forzar a la familia donar 250 de las piezas más valiosas al estado como contrapartida de enviar el resto de la colección a EE.UU., donde residía la familia.

La madre de Bettina Burr, Bettina Looram de Rothschild, peleó durante décadas para recuperar ese legado y asegurarse de su conservación en los museos austriacos. Por fin, en 1999, Austria aprobó una ley que permitió restituir la colección a sus dueños originales.

Los Rothschild no tardaron en hacer caja y vendieron en subasta 200 de esas obras, por las que obtuvieron casi 90 millones de dólares. El resto forma parte de los tesoros cedidos ahora al museo.

La idea de la cesión la discutieron durante años Burr y su madre, antes de la muerte de esta en 2012. «Las dos estábamos de acuerdo en que era algo bueno», aseguró Burr a «The Boston Globe» «Las piezas están aquí juntas, no se van a desperdigar por el mundo para estar escondidas en el salón de algún noble». Por el momento, Burr mantendrá 14 obras en su poder, hasta su muerte, cuando se reincorporarán al resto de la colección. Entre otras, una de las joyas que se podrá ver en la muestra, un delicioso retrato de Emma Hart, que fue amante de Lord Nelson, de George Romney.

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