Ortega Cano preso o la cárcel como elixir de juventud

Si Los Chichos cantaban los ruegos de un presidiario que prefería morir antes que seguir en la cárcel, José Ortega Cano ha llegado para destrozar todas las canciones de temática presidiaria que hablaban de lo duro de la condena. El diestro, condenado a dos años, seis meses y un día de prisión por homicidio imprudente y conducción temeraria tras la muerte en accidente de Carlos Parra, parece que cada vez está mejor físicamente. Recluido en la prisión zaragozana de Zuera desde abril de 2014, sorprendió su primer permiso penitenciario durante la segunda semana de enero. Se observó entonces a un Ortega Cano sin rastro de las canas que lucía aquella triste jornada de ingreso en la cárcel y con una perilla bien definida que, por supuesto, lucía a juego con el color de su pelo.

Este martes, el diestro volvía a disfrutar de un segundo permiso penitenciario y no ha dejado a nadie indiferente. Siguiendo con la tradición de un físico cuidado, el viudo de Rocío Jurado ha aparecido con la misma estética pero más sonriente. Delgado pero no famélico, en el margen justo de estilizarse sin que los ajenos piensen lo mal que debe comer en prisión. La sonrisa medida en la que se intuye la alegría por un posible tercer grado, que le permitiría vivir en un régimen de semilibertad. Ortega Cano podría haber descubierto en la cárcel el elixir de la juventud, que quizá es el saber que se está cumpliendo el castigo con los errores de uno. O simplemente es que lo de ser metrosexual no entiende de edad ni momento.