Belén Esteban supera a Miliki con su carta de «Gran Hermano VIP»
Sus entradas en el blog del programa, llenas de faltas, la ponen otra vez en boca de todos
![Belén Esteban supera a Miliki con su carta de «Gran Hermano VIP»](https://s3.abcstatics.com/Media/201502/02/belen-esteban-carta--478x580.jpg)
Belén Esteban anda a la altura de Saul Bellow. El escritor preguntó a un biógrafo: «¿Qué es lo que puedes contar sobre mí que yo no haya revelado ya?» . Una de las grandes virtudes de Belén Esteban es que no tiene misterio. No ha necesitado a «GHVIP» para darse a conocer. Ya la conocíamos de «El programa de Ana Rosa» y de «Sálvame». Conocíamos sus prontos, sus tronchantes parlamentos, sus odios africanos, su prodigiosa memoria para agravios, sus frases cortas y contundentes (en eso los de Podemos han llegado después).
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En su personaje-espectáculo, desarrollado, perfeccionado y pasado de vueltas en el programa vespertino, viene incluida la ostentación de incultura. El mayor dislate tuvo lugar en 2010, cuando impartió unas clases de historia: «La Edad Media es hasta que los seres humanos hacen la escritura». O «en la Edad Media hay como tres partes: paleolítico, neolítico…». «¿En la Edad Media?», interrumpe Jorge Javier. «¿O es en la Moderna?» (Belén).
Humildes disculpas
A nadie puede sorprender a estas alturas que tenga faltas de ortografía. Faltas por las que, humilde, se disculpa más de una vez. Hay gente que escribe en los periódicos y también las tiene. A Belén no se le ha corregido nada, se ha soltado el texto en bruto. El momento en que lo estaba escribiendo superó en comicidad a aquella aventura de los Payasos cuando a Miliki le dictaban una carta. «¿Dijeras es con jota?» (Belén). «¿Sí?» (Ylenia). «Yo creo que no» (Aguasantas). Directas a la B, la Y y la A de la RAE. Lo cierto es que la escritura de la carta mostró a la mejor Belén, la divertida, lejos de la malhumorada con Olvido Hormigos.
Belén encontró un hueco de mercado asaltando el palacio de invierno de lo que se veía en televisión. Lo que no tenía por qué ser objeto de atención se volvió divertido. Pero en la esencia de lo que es ser Belén no prima la incapacidad para la puntuación. Si no, cualquiera podría ser Belén Esteban. Y nadie lo ha conseguido. Ni comprándose su pijama lila.