Una habitación con vistas... desde la grúa
En unos antiguos astilleros a las afueras de Amsterdam se levanta este hotel con tres suites. Un capricho para turistas excéntricos y adinerados
Tener una visión panorámica es cada vez más difícil en estos tiempos de saturación a todos los niveles. Pero llevado el asunto al plano turístico, cada vez hay más hoteles que apuestan por despejar las vistas a sus clientes. En la jungla turística de Amsterdam se ha levantado un pequeño establecimiento casi colgado de cielo. El Faralda Crane Hotel, así se llama, está instalado en una antigua grúa portuaria. Dispone de tres suites con espectaculares vistas a la ciudad y con nombres evocadores: «Free spirit» (espíritu libre), «Secret» (secreto) y «Mistique» (mística). Las tres habitaciones, cuyos precios fluctúan entre 400 y 500 euros por noche, se encuentran a unos cincuenta metros de altura sobre el astillero NDSM.
El contexto no puede ser más elocuente: un escenario casi postnuclear, ya que el astillero fue construido en 1946 y dejó de funcionar en 1978. Debido a la caída de la demanda de barcos en Europa durante los años 60 y a la concentración de los astilleros neerlandeses, el Estado se vio obligado a hacerse cargo del NDSM hasta su completo cierre hace 26 años. Actualmente solo una parte del astillero es usado por una empresa que se dedica a la reparación de naves; el resto son instalaciones de diversa naturaleza, como los estudios centrales de MTV Europa, museos, galerías y talleres para nuevos artistas, pistas de skate... Entre barcos abandonados y pintados con graffitis se alza este nuevo hotel integrado perfectamente en su entorno. Llegar no es difícil: desde la Estación Central, un ferry gratuito hace el recorrido hasta el astillero, desde las 9 de la mañana hasta la media noche.
Jacuzzi en las alturas
Las tres habitaciones del hotel-grúa cuentan con aire acondicionado, zona de estar, cuarto de baño con bañera y, lo mejor, un jacuzzi en la parte más alta de «La grúa 13». Es todo un ícono de una época que ya queda muy lejos: aquella en la que Europa construía transatlánticos. El ascensor panorámico ayuda a instalarse en el establecimiento más lujoso de una zona industrial colonizada por artistas. La suite «Secret», de ambientación oriental, está a cuarenta metros de altura. Es posible desayunar en ella con champán, mientras se disfruta de las vistas al río Ij.
El propietario del curioso establecimiento es Kormann Rudi, quien compró la grúa por muy poco y con el único compromiso de restaurarla. Invirtió en ella unos tres millones de euros, para lo cual implicó a varias empresas patrocinadoras. El ensamblaje se hizo fuera del astillero, en el norte del país, por lo que el transporte fue también una odisea de la que hay precedentes. El primer hotel-grúa holandés se inauguró en 2003 en la pequeña ciudad de Harlingen. Ubicado en el muelle industrial del puerto de la ciudad, cuenta con la peculiaridad de tener una única suite para dos personas, en la antigua sala de mando de la grúa y a 17 metros de altura.