Fernando Barbachano, el «rey» de Yucatán, aterriza en España

Este famoso empresario mexicano y su familia son dueños de las tierras donde se levantan las antiguas ciudades mayas de Uxmal y Chichén Itzá

Fernando Barbachano, el «rey» de Yucatán, aterriza en España josé ramón ladra

martín bianchi

A pocos metros de las ruinas arqueológicas de Chichén Itzá se levanta otro imperio con aires de leyenda: Mayaland , el complejo hotelero de la familia Barbachano con vistas al antiguo observatorio maya conocido como «El Caracol». Fernando Barbachano Herrero, quinta generación de la saga de hosteleros más famosa de México, es el actual presidente de este grupo con seis «resorts boutique» que ofrecen una experiencia única a los miles de turistas que visitan cada año las antiguas ciudades precolombinas de Chichén Itzá y Uxmal.

Los Barbachano son el único clan en el mundo que puede presumir de dirigir un negocio familiar desde 1673. «Aquel año la Corona española le cedió las tierras de la Hacienda Uxmal a mi antepasado el capitán Lorenzo de Hevia. Él, consciente de que los legítimos propietarios eran los Xiues, les pagó a los mayas por esos terrenos. Desde entonces mi familia está dedicada a proteger el entorno histórico de la península de Yucatán», explica Barbachano, que ha aterrizado en Madrid para participar en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) que comienza este miércoles.

Su abuelo, Fernando Barbachano Peón, creó el primer hotel Mayaland en Chichén Itzá en 1923 sobre lo que era una plantación de plátanos propiedad del saqueador estadounidense Edward H. Thompson. Así nació el único hotel dentro de una zona arqueológica, génesis de lo que hoy se conoce como el «turismo cultural». «A mi abuelo lo tildaron de loco. Le decían: ‘‘¿Quién va a venir a ver estas piedras viejas?’’. Hoy, las ruinas de Chichén Itzá y Uxmal son el motor del turismo y la economía de la Riviera Maya», reconoce el empresario, que ya está formando a sus hijos en el negocio. Ellos serán la sexta generación al mando del emporio Mayaland.

A cuerpo de rey

Sin esta familia el mundo no conocería la belleza de la península de Yucatán. Desde los años 20 del siglo pasado los Barbachano se han dedicado a recibir en su hogar, las Haciendas de Chichén Itzá y Uxmal, a personalidades de la talla de Isabel II de Inglaterra, Margarita de Dinamarca, Gracia y Rainiero de Mónaco, Balduino y Fabiola de los Belgas, Faisal de Arabia Saudita, Umberto II de Italia y Jacqueline Kennedy, por mencionar a algunos. Y con los «royals» –y sus posados frente a joyas arquitectónicas como la Pirámide del Adivino y el Templo de Kukulkán–, llegó el «boom turístico».

En 1944 los Barbachano compraron el resto de las hectáreas donde se levanta Chichén Itzá y a los dos meses donaron la zona arqueológica al estado mexicano. Por insólito que parezca, el gobierno no aceptó la donación. «Vestigios como estos no deben tener un dueño. Mi familia nunca fue propietaria de los templos, porque la Constitución mexicana establece que las ruinas son propiedad de la nación. Pero la tierra donde se asientan los templos sí son propiedad privada», explica el hotelier. Finalmente, en 2010 se hizo efectiva la venta de esas tierras, aunque los terrenos donde se erige Uxmal siguen en manos de esta familia.

«Ha sido una aventura interesante la del turismo cultural. Fundamos los hoteles Mayaland mucho antes de que se creara el Instituto Nacional de Antropología e Historia, gestor estatal de los yacimientos arqueológicos. El abuelo podría haber construido el hotel de modo tal que el Cenote Sagrado de Chichén Itzá le sirviera de piscina. Y nadie le habría dicho nada. Entonces nadie sentía respeto por los vestigios, salvo él», reconoce Barbachano que, siguiendo los pasos de su abuelo, desarrolló la Riviera Maya a finales de los años 70.

El padre de Barbachano Herrero convenció a los Rockefeller y a los Carnegie para que financiaran millonarias excavaciones arqueológicas en los años 20 y fichó al célebre arqueólogo Sylvanus Morley para que restaurara Chichén Itzá y trazara el edificio del primer hotel Mayaland con vistas al Templo del Observatorio. Ahora la familia trabaja junto las autoridades mexicanas para preservar las ruinas y modernizar la infraestructura turística. Los visitantes de Mayaland pueden acceder a la ciudad del imperio maya a través una puerta privada que solo se abre con la llave que poseen los Barbachano. Es el privilegio de hospedarse en casa de los «reyes» de Yucatán.

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