EL PULSO DEL PLANETA

El asalto de los nuevos ricos al paraíso de Bel Air

Los residentes de este exclusivo suburbio de Los Ángeles están en pie de guerra contra los recién llegados, quienes levantan casas de 10.000 metros cuadrados

El asalto de los nuevos ricos al paraíso de Bel Air AP

MARTÍN BIANCHI

La elegante comunidad de Bel Air se ha transformado en el escenario de la lucha de clases definitiva: millonarios versus multimillonarios. O lo que es lo mismo, viejos ricos frente a nuevos ricos. Este exclusivo barrio de Los Ángeles, que junto con Beverly Hills y Holmby Hills forma el llamado «triángulo dorado» del olimpo inmobiliario californiano, se encuentra inmerso en una burbuja de la construcción que amenaza con demoler el perfil de la zona a golpe de petrodólares y yuanes.

«¿Por qué los nuevos vecinos están construyendo casas del tamaño de centros comerciales?», se pregunta «The New York Times». «Porque pueden», añade el periódico estadounidense. Según Paul Koretz, concejal de Los Ángeles, los flamantes residentes de Bel-Air –rusos, chinos, árabes y americanos advenedizos– «están derribando las casas tradicionales de 2.000 metros cuadrados que pueblan el barrio para levantar mansiones de 8.000, 9.000 y hasta 10.000 metros cuadrados».

Château des Fleurs es el colmo del gigantismo arquitectónico que está arrasando el suburbio. Con sus 6.000 metros cuadrados cubiertos, esta propiedad diseñada por el arquitecto William Hefner no tiene nada que envidiar a los castillos del Loira. ¿O sí? La mansión, que lleva en construcción desde 2008, cuenta con tres ascensores, un salón de baile, un aparcamiento para 40 vehículos y un «pabellón deportivo» con pistas de pádel, gimnasio y piscina.

La fiebre versallesca se extiende como una pandemia entre los trepadores sociales que llegan a California para vivir su particular sueño americano. El constructor palestino Mohamed Hadid, que amasó su fortuna edificando los hoteles Ritz-Carlton en los años 80, ha erigido dos palacios de 4.500 metros cuadrados cada uno: Le Palais, en Beverly Hills, dotado con un lago para cisnes y un jacuzzi para veinte personas; y Le Belvédère, en Bel Air, equipado con un baño turco y un salón de baile para 250 convidados que emula a la Galería de los Espejos de Versalles.

Le Belvédère ha sido adquirido por un millonario de Indonesia, mientras que Le Palais es el Fontainebleau personal de la hija de Islam Karimov, presidente de Uzbekistán. Otro recién llegado al barrio es el príncipe Abdulaziz bin Abdullah bin Abdulaziz al-Saud de Arabia Saudí, quien ha tumbado una de las tradicionales casas de estilo colonial español de Benedict Canyon para construir un «búnker» de 7.800 metros cuadrados.

Los viejos residentes de la zona ya están alzando barricadas en lo que promete ser una guerra social del tamaño de una de estas abominables moles de hormigón. Michael Ovitz, fundador de Creative Artists Agency, la agencia de talentos que representa a Jennifer Aniston, Sean Penn, Meryl Streep y otras glorias de Hollywood , es vecino de toda la vida de Bel Air y un pionero en plantar cara a la piqueta de los «nouveaux riches». Ovitz ha logrado frenar el proyecto residencial del príncipe saudí, que ahora está bajo revisión de las autoridades de Los Ángeles.

«Es difícil calcular el número de supermansiones que se están construyendo en Bel Air porque las agencias inmobiliarias se focalizan en el valor de las propiedades y no en sus metros cuadrados», explica el diario «LA Times». Pero según Buzz Yudell, arquitecta de Santa Mónica, la «inflación de las expectativas» de los «intrusos» está impulsando la tendencia de las macrocasas. Es un problema a simple vista. Y sí, esta vez el tamaño importa.

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