EL PULSO DEL PLANETA

Un cuento de Navidad

Ayudada por un vagabundo llamado Robbie, quien le dio sus últimas tres libras, una estudiante británica lanza una exitosa campaña para encontrarle un hogar

Un cuento de Navidad ROSSPARRY

LUIS VENTOSO

Los caminos de Dominique Harrison-Bentzen , una estudiante de Arte de 22 años y finalista en un concurso de belleza, y del anónimo vagabundo Robbie se cruzaron en la madrugada helada del pasado 4 de diciembre. Dominique volvía a casa tras una noche de farra en Preston, una ciudad de 114.000 habitantes en el Noroeste de Inglaterra, cuando se percató de que había perdido su cartera, con su dinero y sus tarjetas. Además, la tabla de salvación del móvil se había quedado sin batería. Entonces, como en una buena historia de Navidad, apareció Robbie: «Se me acercó con lo único que tenía, tres libras, e insistió en que las cogiera para subir a un taxi y volver segura a casa».

Dominique no aceptó el dinero del vagabundo y al final su madre apareció con su coche y la sacó del apuro. Pero la generosidad de un hombre sin nada la tocó hondo. Al día siguiente salió en su busca para darle las gracias más efusivamente. Tardó cuatro noches en encontrarlo. Entonces conoció más de su historia. Supo que ya era conocido por haber devuelto alguna billetera a los peatones y por ofrecer su bufanda para dar calor a otros indigentes. «Él no había hecho nada malo para acabar en la calle, simplemente no lograba encontrar trabajo al no tener una dirección fija».

El 9 de diciembre la chica inició una campaña en Facebook, que ha recaudado ya 41.000 euros de cinco mil donantes. Entre quienes han apoyado la iniciativa figura Ian Brown, el cantante de Stone Roses. Dominique lo acaba de celebrar con este mensaje: «Grandes noticias. Para todos los que estáis preocupados por Robbie, puedo confirmar que está seguro, a cobijo y caliente, a la espera de un hogar permanente. Qué asombroso es todo esto, salir de la calle gracias a vosotros». El mensaje concluye con el dibujo de un corazón.

El buen samaritano no ha querido todo el dinero y ha decido que parte se done a quienes sufren su situación en Preston. Para llamar la atención sobre el caso, Dominique y tres de sus amigos se pasaron 24 horas pidiendo en la calle.

Este perfecto cuento de Navidad no es lo habitual en Inglaterra. En las arterias más prohibitivas de Londres abundan las personas cobijadas con sábanas de cartón. Los vagabundos, a los que suele acompañar su perro, son cada vez más, porque aunque el paro está debajo del 6% y el país crece al 3%, la resaca de la crisis perdura. En la actualidad se calcula que hay 112.000 personas sin techo en Inglaterra, un 26% más en solo cuatro años. El problema se extrema en Londres, una de las ciudades más apasionantes del planeta con dinero y de las más crueles sin él.

Con fría claridad

Por fortuna el tejido filantrópico de la sociedad civil y de las congregaciones religiosas es muy activo, con clásicos como el Ejército de Salvación, omnipresente estos días con sus orquestinas. El Gobierno ha recortado algunas prestaciones, pero en su web sigue ofreciendo cobijo para quienes se han quedado a la intemperie, con la condición de que lo prueben y sean residentes en el Reino Unido. Se da prioridad a las embarazadas y a las personas con niños. «Si eres de fuera no serás elegible debido a tu estatus de inmigrante», aclara con fría claridad su información.

La principal razón para acabar en la calle son alquileres que llegan a su fin, con inquilinos que no tienen dinero para encontrar una alternativa. Verlos en pleno invierno durmiendo en vías que son la meca de la opulencia, como Knightsbridge, por donde retumban los Ferrari de los nuevos ricos árabes, es un contraste que ofende.

Un cuento de Navidad

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