Ana Obregón: «Me hice las pruebas del sida para un beso»
La polifacética artista estrena obra de teatro y cuenta a ABC sus develos. «Llevo 32 años trabajando para Hacienda»
Ana Obregón (59 años) se estrena en el teatro con Sofocos Plus. « Desdramatizamos la menopausia de las mujeres porque todas pasaremos por ahí». Relacionada últimamente con un joven torero, Ana atiende a ABC tomando café au lait.
—Usted llamó «señora» a Franco. ¿Qué es una obregonada?
—Son unas meteduras de pata que me sirven para reírme de mí misma, que es lo más sano.
—Esta Navidad vuelve con Ramón García.
—Sí, mi querido Ramonchu. Volvemos a estar juntos en Nochebuena. El otro día hice cuentas y he estado diecisiete años haciendo el Telepasión. Siempre me ha encantado dar una imagen de que no me entero de nada, pero me entero de todo. Me he preparado y todo lo que he hecho durante 30 años ha sido éxito de audiencia.
—E ideó una serie de éxito internacional.
—«Ana y los siete» es como mi segundo hijo. La compró Televisa y en norteamericana está superando a los grandes networks. Cuando dije que tenía una idea para una serie se descojonaron de mí.
—¿Y sus proyectos allí?
—Una peli americana donde hago de Stella la Diva, una cantante lesbiana, y otra en la que hago de general, la general Álvarez.
—Una vez dijo que era un «leucocito histérico».
—Sigo siendo ese leucocito, pero ahora con un leucocito hijo. Un leucocito que intenta ser madre diez, actriz diez, presentadora diez.
—Los hombres me han dedicado goles y canciones, dijo ¿Y toros?
—También me han dedicado toros. Y cuernos, bastantes cuernos.
—Es la Demi Moore española ¿Encontró ya su Ashton Kutcher?
—Que tampoco es eso... No siempre fueron jóvenes. El padre de mi hijo es de mi quinta, Davor más o menos. Pero España sigue siendo machista.
—«En los labios de Fernando Martín besaba la vida». ¿Sigue buscando esa sensación en los hombres?
—No. El amor es uno en la vida. Lo demás son simulacros, pero cada corazón humano tiene una sola llave.
—Su affaire con Beckham se parece mucho a una performance artística que consistía en un vídeo del inglés durmiendo.
—Pues mira, ¡pues lo mismo!
—¿Y no le arropó?
—(Prolongado silencio) Sí,le arropé (risas).
—¿Cómo ve España desde Miami?
—Echándola de menos muchísimo. Yo soy española de alma, raíz y corazón. Cuando llegué ya estaba el nuevo partido y fue un shock. Es muy fácil hacer política diciéndole a la gente lo que quiere escuchar, porque 700 euros los queremos todos. Aunque la gente está harta de la corrupción y eso que los españoles somos tan... tan buenos. Yo llevo 32 años trabajando para Hacienda, pero para sanidad, para los tres millones de niños que se mueren de hambre aquí, no para que uno se vaya de viaje con la amante.
—¿Y lo de la Pantoja?
—Tú traes un extraterrestre en ovni, pone el telediario y ve que excarcelan al de la bomba de Hipercor y que meten en la cárcel a una tonadillera por blanquear dinero, y se vuelve a Plutón. ¿Qué leyes son estas?
—¿Alguna anécdota de M. A. Barracus?
—Hice de terrorista latina en «El Equipo A». Estaban en plena paranoia con el sida y tuve que hacerme unas pruebas porque tenía que besar a George Peppard.
—¿Sigue con sus diarios?
—(Suspiro) Claro. El tiempo es un filtro que borra muchas cosas y yo no quiero perder nada.
—¿Seguirá posando en verano?
—No quería, pero si me ofrecen dinero... ¡tonta sería! Para pagarle el máster a mi hijo lo hago aunque tenga 90 años.
—Usted es un solsticio...
—Pero yo nunca he dicho: oye, que estoy posando, ya empieza el verano. Habéis sido vosotros. También me decían que cuando daba las campanadas España iba mejor.
—Desde luego, sus campanadas eran más alegres que las de Igartiburu.
—Sí, la Movida madrileña era una Gran Movida y se me quedó algo.
—¿Sigue aún a rajatabla la regla de las tres jotas?
—Jamás, jamás, jamás con un hombre casado. Eso es así. Todo lo que empieza bien acaba mal, y todo lo que empieza mal acaba peor.
—Interpreta, presenta, escribe... Ana son muchas Anas.
—Tengo acabada Biológicas, Farmacia hasta cuarto y un Máster en Direccion de empresas. Pero aquí en vez de utilizarme de ejemplo se cachondean. En las entrevistas soy un cliché.
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