DUQUESA DE ALBA

Cayetana Fitz-James Stuart: la historia por montera

Brincó sobre los convencionalismos con la energía indómita y castiza con que bailaba flamenco

Cayetana Fitz-James Stuart: la historia por montera raúl doblado

ignacio camacho

En las vitrinas y cajones de sus palacios, entre goyas, madrazos, zurbaranes, tizianos y otros tesoros como para ennoblecer cualquier museo, guardaba joyas de la emperatriz Eugenia de Montijo con la naturalidad de quien conserva el collar de su abuela. Para ella la Historia, con mayúscula, no era un relato sino una presencia constante y rutinaria: el telón de fondo de su niñez, la referencia familiar de sus recuerdos, el paisaje cotidiano de su educación sentimental. Sin embargo a Cayetana de Alba nunca le aplastó el peso simbólico y solemne de sus linajes, títulos y blasones ni le cohibió jamás la mitología de la estirpe en su libertario espíritu dominado por el decidido designio de hacer siempre lo que le diese su realísima gana.

Por supuesto que disponía del dinero, el patrimonio y los recursos sobrados para ejecutar su sagrada y libérrima voluntad pero también contaba con el lastre intangible de su relevancia social, de su normativa reputación nobiliaria, de su posición singularísima en el restrictivo ambiente de la alta aristocracia. Todo se lo pasó cuando quiso por el forro de su corajudo talante y de sus ganas de vivir su propia vida sin las cortapisas del protocolo ni de los formulismos ni de las ceremonias. Eligió siempre a su antojo, con desinhibición, intensidad, atrevimiento y energía. Fue especialmente rebelde en el amor, a despecho de tradiciones y de etiquetas, de simulaciones y de apariencias, de formalidades y de reglas. Brincó sobre los convencionalismos con la franqueza subversiva y la energía castiza con que bailaba flamenco: zapateando hasta el final sobre las pautas de su clase y su estatus con una vitalidad desafiante, ardiente, arrebatada. Y lo hizo hasta el último momento, a contraviento de la edad, de la salud y hasta de los hablares y las coplas. Insurgente de sí misma, tozuda, audaz, independiente, soberana. Echándose a la espalda, en una soberbia revolera existencial, los siglos de excelencia dinástica e histórica que circulaban por sus venas mezclados con el código indómito de libertad de una Carmen de sangre azul, rubia, contradictoria y apasionada.

Cayetana Fitz-James Stuart: la historia por montera

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