ex primera dama de argentina
Zulema Yoma: «Mi hijo me dijo antes de morir: “Mamá, me van a matar en cualquier momento”»
El 15 de marzo de 1995 Carlos Menem Jr., hijo del por entonces presidente argentino, murió en un extraño accidente. Su madre siempre ha dicho que se trató de un atentado. Ahora, la Justicia podría darle la razón

«Lo han matado». Eso fue lo primero que pensó Zulema Yoma (71 años), ex primera dama de la República Argentina, cuando la empleada doméstica irrumpió en el cuarto de baño de su casa porteña para anunciarle que su hijo, Carlos Menem Yoma, había sufrido un accidente aéreo. «Me estaba duchando cuando oí que había pasado algo con el helicóptero de Carlitos. El atentado es lo primero que se pasó por mi cabeza», recuerda la antigua esposa del senador argentino Carlos Menem (84 años, presidente del Gobierno entre 1989 y 1999) en conversación telefónica con ABC. Diecinueve años después, Yoma, que está separada del político desde 1991, sigue sosteniendo que su hijo fue asesinado. En los próximos días la Justicia podría darle la razón con el cambio de calificación del caso.
Menem Jr., un hábil piloto de carreras de 25 años, murió el 15 de marzo de 1995 cuando su helicóptero se precipitó en la provincia de Buenos Aires. La Fuerza Aérea eliminó los restos del aparato como elementos de prueba 24 horas después del siniestro. Nunca se hizo un peritaje judicial para comprobar si se había tratado de un atentado: se limitó a decir que la caída no se produjo por un fallo técnico. La investigación privada ordenada por la familia concluyó que la nave tenía hasta 18 orificios con restos de plomo y antimonio en la misma proporción que contiene una bala calibre 7.62, el mismo que se usa en los fusiles FAL argentinos. Aún así, el juez que llevaba el caso, Carlos Villafuerte Ruzo, desestimó las pruebas.
Mientras la exmujer del presidente rastreaba las pistas del atentado, once testigos clave y expertos que apoyaban su versión murieron violentamente, incluido Miguel Luckow, el primer investigador de la Fuerza Aérea en personarse en el lugar del accidente e informar que se había tratado de un homicidio. La causa fue archivada en 1998 por el magistrado, calificándola de accidente. En su sentencia el juez Villafuerte afirmó que Yoma «fantaseaba».
Pero la ex primera dama nunca ha dejado de denunciar lo que considera una conspiración. En 2010 logró que la Justicia reabriera el caso y hace dos semanas el propio Menem, que en los primeros años guardó silencio, reconoció ante un juez que la muerte de su hijo fue un atentado y que apoyaba la versión defendida durante todos estos años por su exmujer. La declaración del senador ha dado un nuevo impulso a las investigaciones.
—¿Cuándo fue la última vez que vio con vida a su hijo?
—El mismo día de su muerte. Antes de cada carrera venía a casa a pedirme la bendición. Lo último que le dije fue que se cuidara. Él estaba preocupado por las amenazas.
—Entonces, su hijo temía por su vida...
—En 1994 fui a un programa de televisión donde dije que temía por la vida de mis hijos. Carlitos había pedido a los servicios de inteligencia que intervinieran nuestros teléfonos porque recibíamos llamadas extrañas.
—¿Por qué sospechó de un atentado desde el minuto uno?
—Antes de morir mi hijo me dijo: «Mamá, me van a matar en cualquier momento». Entonces Menem acercó a Carlitos a él, mientras dispuso enviar a nuestra hija Zulemita a estudiar en Estados Unidos. El viaje estaba previsto para el día siguiente al atentado. Me extrañó mucho esa actitud de Menem.
—¿Por qué cree que lo mataron?
—No tengo la menor idea, pero fue un ataque directo al corazón de Menem. Él era el presidente del Gobierno y el atentado era contra él.
—¿Se ha sentido apoyada por su ex?
—Nuestra relación ha sido distante tras el divorcio. He peleado sola pero sé que cuento con su apoyo.
—¿Han intentado ensuciar la memoria de su hijo?
—Le han querido hacer pasar como «el loquito que jugaba con un helicóptero». Pero mi hijo trasladó en su helicóptero al presidente George H. W. Bush y al Embajador de Israel. Un irresponsable no podría haber hecho eso. Incluso trasladaba a su padre permanentemente. Carlitos era un excelente piloto.
—Ha dicho que existe una relación entre la muerte de su hijo y los atentados contra la Embajada de Israel de Buenos Aires y la Asociación Mutual Israelita Argentina, en los que murieron más de cien personas. ¿Por qué?
—Porque ocurrieron en fechas muy próximas (marzo de 1992, julio de 1994 y marzo de 1995, respectivamente). Es el Estado quien tiene que investigar esa cuestión, yo solo lucho porque se cambie la calificación de la muerte de mi hijo de accidente a homicidio calificado.
El cuerpo, desaparecido
—¿Cree que los servicios de inteligencia sabían del atentado?
—Es un tema muy delicado, yo solo puedo hablar como madre (el abogado de Yoma, Juan Gabriel Labaké, afirma que existen indicios que apoyan esta versión).
—¿Por qué el juez descartó las pericias que usted ordenó?
—Es la misma Justicia la que está frenando la resolución del caso. El expediente está lleno de errores. A mis abogados les amenazaron: a uno le pusieron una bomba, a otro lo lanzaron a una tumba. ¿Quién se iba a animar a llevar mi caso? Por eso he tardado 19 años y seis meses en llegar a este punto.
—Existen informes que confirman que el cuerpo de su hijo fue manipulado tras el atentado.
—No sé dónde está el cuerpo de mi hijo. No sé lo que hay en el cajón. Se cambió el cráneo y tenemos que realizar pruebas de ADN. Es todo muy confuso.
—¿Recibió amenazas tras el atentado?
—Muchas, pidiéndome que dejara de denunciar. No les hice caso. Y hasta el día de hoy cuento con protección oficial.
—¿Alguna vez ha sentido que perdía la razón?
—Es usted quien debería responder si he perdido o no la razón. Ahora me están dando la razón.
—¿Pensó en abandonar Argentina?
—No, no saben con quién se han metido.
—La presidenta Cristina Kirchner la ha recibido para hablar de su caso.
—Tuve un encuentro de madre a madre en 2008, cuando ella era senadora. Me recibió con mucho cariño, le expliqué que la muerte de mi hijo fue el tercer atentado y me dijo que las madres somos las que parimos y que esta causa hay que parirla como a un hijo.
—¿Su exmarido le dijo por qué cree que mataron a su hijo?
—Es una cuestión política y no quiero meterme en política. No quiero saber quién lo mató. Solo quiero que se cambie la calificación del caso.
—¿Alguna día podrá descansar?
—Descanso, tengo mi conciencia tranquila porque estoy cumpliendo un deber sagrado. Pero quiero que se haga justicia y dar sepultura a mi hijo. Solo así podré dedicarme de lleno a mi hija y a mis nietos, a ser una abuela más.