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Casa Tino prepara el verano en La Viña

El establecimiento de calle Rosa tiene entre sus virtudes que el hostelero se implica y se complica renovando la carta

come en casa
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El barrio de La Viña siempre va a lo suyo, con una hostelería y un ambiente playero asfáltico que confunde sus fronteras físicas y espirituales. Vecinos, guiris, frikis, famosos y emergentes despistados patean sus calles en camiseta.

Los bares funcionan a granel, tal vez porque es difícil encontrar uno que sobresalga (aquí no echan cuenta a Tripadvisor), o tal vez es que a la gente le da igual la calidad del frito. Casa Tino, desde 1948 en La Viña, tiene una clientela de lo más variopinta (eso me encanta), y mantiene un estilo propio.

Su mayor virtud es consultar a sus clientes las novedades en la carta, que siempre está en evolución. Este año ha presentado las tortillitas de salicornia, el espárrago de mar, joya infravalorada de nuestros esteros. Y le hemos dado buena nota.

Dentro del bar o fuera de él (con el riesgo de soportar ruidos moteros, tráfico de viandantes, molestias de pedigüeños y vendedores ambulantes), Casa Tino es siempre un espectáculo en bermudas por descubrir.

No es corriente ser atendido por un hostelero con personalidad y su mujer, una conocida diseñadora de fiesta y flamenco: Eva Zamorano. Eso es Cádiz, dónde todo el mundo tiene dos vidas y, a veces, las dos buenas.

La nueva carta de Casa Tino incluye dos excelentes tortillas de patatas: una con queso de cabra y cebolla caramelizada. La otra, de pimiento verde frito con chistorra. Por supuesto, hay que probar las dos.

Desde siempre ofrece también un plato de legumbres (berza, lentejas, garbanzos con langostinos...), y en esta ocasión fueron judiones con chistorra, tal vez un poco fuerte, lo que obliga a reinventar los judiones y reconducirlos hacia combinaciones más manejables a través de las verduras de huerto. Pero la intención es buena.

Tino tiene inquietudes. Es un gerente que se implica y se complica en un bar que ya tiene el nombre hecho. Siempre está buscando, probando, cambiando y evolucionando sus platos, e incluso los propone al cliente. Me parece un buen estilo de trabajar.

Al fin y al cabo, el usuario está cada día más resabiado y exigente (léase blogueros de gastronomía y gentes de excesivo leer y contar). Sin olvidar sus dos platos estrella: patatas aliñadas con langostinos, y sus ortiguillas, ambos referencias de Casa Tino. El pescado frito y los revueltos siguen siendo incondicionales. En los postres, a destacar, un helado de vainilla con zumo de naranja natural y canela.

Solo insistir en que La Viña no es la ribera del pescado frito gaditano, ni siquiera es transparente en sus raciones, (eso es peor). Y aquí puedes discutir de lo que te ponen sin quedar mal y con la posibilidad de regresar con los fríos del Falla o con los calores de la noche caletera. Recomendaría este sitio sobre todo por su política de comunicación.

Lo dicho, que comimos en Casa Tino y le pusimos un notable alto, que ya es algo. Mucho. Bastante.