Beber, vivir y el paso del tiempo

Nadie mejor que un relojero conoce el sistemático e irreversible paso del tiempo. Juan Manuel, es uno de los pocos profesionales de los resortes y los engranajes que quedan. Tras 18 años trabajando en Jerez, decidió dar un cambio a su vida, lo vendió todo; cambió el horizonte de la campiña por la playa de Caños de Meca junto a su mujer Nuria.

Pero como buen jerezano, llevaba algo dentro que no encontraba en el paraíso barbateño, uno de los lugares más turísticos de la provincia. Muchos le decían que poner un despacho de vinos en Los Caños no sería buen negocio, aunque esto no fue impedimento para que en tres semanas el matrimonio convirtiera un garaje en un punto de venta de vinos a granel, casi sin planearlo.

En los catorce días que este peculiar local lleva abierto, ha conseguido despertar la curiosidad de vecinos y visitantes, que lo han convertido en un punto de encuentro habitual. En sus barricas tiene fino, mosto, manzanilla de Sanlúcar, amontillado, vermut, cream, Pedro Ximénez… Como muchos de los clientes prueban el vino antes de comprarlo, decidieron que debían ofrecer algo más para que no cayera en estómago vacío, y acompañan la degustación con butifarra y morcilla. Además, se abastecen de productos envasados (jamón, atún, mojama, queso…) que el cliente puede comprar y consumir allí mismo, entre las botas y relojes. Porque Juan Manuel ha querido plasmar la esencia de su oficio, no sólo en el nombre, Despacho de vino El Relojero de Jerez, sino también en la decoración, que incluye un reloj de pie de 160 años.

Visitar este rincón con encanto y tomar una copa de sus vinos es posible en la avenida Trafalgar número 94 en Caños de Meca, en Barbate.