Mauro, la curiosidad sólo sirve la primera vez
Restaurante La curiosidad de Mauro (Puerto Real)
Actualizado: GuardarEl restaurante más mainstream de Cádiz en los últimos tiempos es, sin duda, La curiosidad de Mauro. El boca a boca ha funcionado y no eres nadie en la city si no has comido en el bistró de moda, no has saludado a Mauro y no estás al tanto de sus proyectos a corto plazo, aunque no sabemos si la curiosidad que su nombre invoca, y ha despertado, obedece más a la calidad de su propuesta que a la novedad que supone en el pelín rancio panorama gastronómico gaditano.
Pero vayamos por partes. La Curiosidad de Mauro está en un emplazamiento poco usual de la vecina Puerto Real. Propuesta arriesgada porque no hay absolutamente ninguna otra razón para acercarse hasta allí que la de comer en su casa.
La sala en la onda actual, decoración minimalista, poco adorno, nada de distracciones esteticistas o superficiales. Es decir, feo.
El primer éxito de Mauro: un servicio muy joven pero profesional, amable sin ser cargante y eficaz en su desempeño. Pese a verse al límite en no pocas ocasiones. Asientos cómodos y mesas distribuidas con la suficiente amplitud, que permiten intimidad y desahogo.
Nos metemos en harina con el menú degustación. El largo, a mesa completa, aunque realmente no hay indicación alguna que impida compaginar carta y menú. Hallazgos insuperables, como la tortillita de camarones en forma de ligera torta con todo el sabor del añejo plato gaditano, y sobre todo, una demostración de facultades en la ejecución de todo lo que se va poniendo en la mesa. Los filipinos de foie o el falso tomate dan fe del buen manejo de la técnica que Mauro Barreiro ha sabido asimilar y ofrecer.
Los platos se suceden, con algunos altibajos y fallos 'de guión': usar una técnica singular en un determinado plato agrada y sorprende, repetirla en algún otro puede cansar. Configuran un menú agradable y que se come sin esfuerzo, quizás si tenemos que condenar alguno sería el tartar 'Hannibal Lecter', cuya textura y el calibre de los trozos no permite la mixtura de sabores y la untuosidad que ese plato debe presentar siempre.
Los postres en la misma línea: ejecución impecable y pocas sorpresas. Bodega corta, pero representativa.
Acabas con la sensación de que Mauro es un fenomenal profesional de la restauración: ha creado un ambiente cómodo y agradable, dirige un servicio atento y eficaz . Ha sabido jugar la carta de la originalidad en sus creaciones, apoyándose en una técnica depurada... pero ahí se queda, lo cual constituye su principal pecado.
A sus creaciones, técnicamente irreprochables, les falta ese puntito de emoción, esa sensación de que estás comiendo algo único y singular.
Lo peor critica que se le puede hacer es que es un sitio agradable para comer pero no una experiencia. Su tipo de cocina corre el riesgo de acabar resultando banal e intrascendente, un mero divertimento. Para evitarlo, Mauro debe recordar que no es la técnica, sino el producto lo que marca de verdad la diferencia a la hora de dar de comer.
Es de agradecer que nos quiera hacer pasar un buen rato 'low cost', pero si quiere subir a primera división debe ser ambicioso y aplicar esa depurada técnica al buen producto local
¿Que se disparan los precios? Quizás pero otros restauradores han demostrado que el buen hacer necesita combinarse con una materia prima excepcional para lograr resultados que perduren en la memoria del comensal muchos meses, haciéndole ahorrar para poder volver a disfrutar de su cocina.
Lo mejor: La técnica del cocinero, servicio y voluntad de agradar.
Lo mejorable: La técnica debe estar al servicio del producto y no al revés.
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