Belleza bio
Las cremas naturales de la princesa enamorada de la naturaleza
Nora de Liechtenstein ha desarrollado una línea de cosmética ecológica artesana en su finca de Extremadura que tiene en sus aceites y su pomada sus productos más exitosos
Nora de Liechtenstein llegó a España por amor, y también por amor, en este caso a una tierra, ha creado una línea de belleza con productos naturales de su finca extremeña, Dehesa Vivencia, que compró tras su boda con Vicente Sartorius, marqués de Mariño, en Peraleda de la Mata (Cáceres), y que tras su fallecimiento en 2002 se ha convertido en su refugio, su pasión y su empresa.
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«Después de la muerte de mi marido me preguntaba qué hacer con la finca. Un amigo austríaco, naturalista y ecologista, que ahora hace proyectos por todo el mundo, me ayudó a recuperar las encinas y a eliminar la agricultura intensiva y con tractores, que no dejaba crecer nada, y el exceso de ganado. Además añadió retención de agua mediante charcas y desde entonces aquí hay una biodiversidad impresionante, una maravilla », relata la princesa a ABC Estilo.
Ese cambio de modelo de explotación congregó a su alrededor a personas que conocían la riqueza de la zona y sus posiblidades. Con ellas, Nora de Liechtenstein empezó a conocer más a fondo las propiedades de las plantas y decidió elaborar con ellas productos artesanos y 100% naturales para la piel del rostro y del cuerpo. Su enfoque ha estado siempre más ligado al bienestar y a la salud que a la estética , pues es así como ella misma concibe la vida.
«Por casualidad conocí a una chica, Miriam Díaz, que hacía cremas y aceites fantásticos en su cocina , de donde decidimos trasladarnos a una farmacia para hacerlo con todas las garantías y certificaciones, y curiosamente su propietaria era otra chica joven, Inmaculada Moreno, que estaba encantada de meterse en esta aventura y es mi otra socia», recuerda risueña.
De la finca, sus frutos
Así nació Vivencia Skin Care , que en la actualidad ofrece una línea de cosmética facial y corporal unisex, para todas las edades y ecológica, elaborada con productos de cercanía y con especial énfasis en sus aceites , los favoritos de muchas personas con problemas de piel, profesiones manuales o sensibilidad.
Sus ingredientes estrella son la caléndula, el romero y otras plantas silvestres de la dehesa como el cantueso, la salvia y el hipérico, además del aceite de oliva, y ella asegura que parte del secreto es el añadido de ozono , con propiedades desinfectantes y regenerativas y bueno para tratar el acné y favorecer la microcirculación.
Nora de Liechtenstein ha comprobado, con la pandemia, la efectividad de sus productos. « Se los hemos dado a gente que trabaja en Sanidad , que tiene marcas y reacciones por el uso intensivo de la mascarilla, y han visto que con nuestro aceite y con nuestra pomada de caléndula con cera de abeja mejoran muchísimo, igual que en las manos por los guantes».
Amor por la tierra
Nora de Liechtenstein se siente íntimamente unida a la tierra. «La naturaleza siempre me ha interesado muchísimo, hasta empecé estudios de biología (terminó estudiando Ciencias Políticas), y mi familia además siempre ha estado muy ligada a ella. Ahora que me he metido a fondo en esto lo que más me impacta es la impresionante interconexión que hay entre la naturaleza y nosotros» .
A la princesa, nacida en 1950 como la cuarta y única hija mujer del príncipe Francisco José II de Liechtenstein y la condesa Georgina de Wilczek, le preocupa la ecología y la acción irresponsable del hombre sobre su entorno, de ahí su sensación de tener casi una misión entre manos con Vivencia Skin Care . «Veo todo el daño que causamos, que no hemos respetado esa interconexión, sino explotado los recursos, y eso no puede seguir así».
Acompañada por su hija Teresa Sartorius , que organiza retiros 'wellness' en la finca de 250 hectáreas, Nora de Liechtenstein está dedicada ahora a investigar las propiedades de otras plantas «que habitualmente despreciamos , como la jara» y a incorporar a su marca algún otro producto, sin prisas, con todas las garantías bio y pensando en que «no hace falta tanto como se cree».