Fuera de sitio

¿Quieres rollo?

«Las que fuimos adolescentes en los 90 vivimos la revolución hormonal en una época gris en la que parecía que nadie se cuestionaba nada»

La película "Las niñas".
Lola Sampedro

Lola Sampedro

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Fui a un colegio de monjas. El mío era mixto y no nos obligaban a rezar por la mañana, pero recuerdo bien la falta de respuestas a todas mis preguntas . Las que fuimos adolescentes en los 90 vivimos la revolución hormonal en una época gris en la que parecía que nadie se cuestionaba nada. Las mujeres (algunas, al menos) quemaron los sujetadores en los 60, siguieron reivindicándose en los 70 y vivieron el desfase de los 80. Y luego, vinieron los 90, ese erial. Creíamos que ya estaba todo hecho, cuando solo había penumbra.

Yo fui feliz en los 90 . Esa felicidad, ahora lo sé, fue porque sí, sin pensarla la tenía. Mi suerte fue el analgésico para una época en la que nosotras tuvimos que leer entrelíneas para entender de qué va la vida, para poder encontrar nuestro lugar en el mundo. La vanguardia entonces era el grunje , que consistía poco más que en suciedad y depresión.

El otro día fui a ver 'Las niñas' y, aunque la película no me gustó (lo siento, me pareció pretenciosa), sí comprendí a esas adolescentes, su asfixia por no encontrar respuestas en ese mundo en el que todas son mujeres. Eso es precisamente lo que me perturba, cómo puede ser que tan a menudo seamos nuestras peores enemigas, el yugo de las otras. De tus hijas, de tus amigas, de tus nietas y tus sobrinas. La mano que asfixia en esa película (ademas de la divina) es femenina . De todo lo que ahí cuentan, eso es lo que más tristeza me provoca.

La niña de la película quiere saber y nadie le cuenta nada. Quiere ser buena en un ambiente imposible, en una vida terriblemente marcada por la culpa judeocristiana. Da igual que seas atea, agnóstica o creyente de cualquier cosa, esa culpa es común en esta sociedad. Ellos también la tienen, nosotras más. Estaba mal que subieras en la moto de un chico; estaba mal que te obligaran a confesarte a esa edad, aunque no tuvieras pecado alguno que confesar. ¿Qué puede confesar un niño?

Ahora tengo dos hijos adolescentes y con ellos descubro cada día aquella penumbra en la que vivimos entonces. Ellos van por delante . A mi hija le gusta cada semana un niño diferente, «pero mamá, yo soy muy joven, aún no quiero tener novio porque es un aburrimiento». Y a los dos minutos me cuenta que no sabe si le gustan los chicos o a las chicas: «Aunque creo que cuando sea mayor me gustarán los dos».

Fui adolescente en los 90 aunque mi felicidad, gracias a mi familia desenfadada, me dejó respirar. 'Las niñas' transcurre en 1992. Ellas se escapan a una discoteca de palo y un chico desgarbado se les acerca. En esa escena, me giré hacia el amigo que me acompañó al cine, los dos dijimos al unísono lo mismo que ese chaval pedía en la pantalla. Una pregunta demodé que resume la pacatería de una época que nunca fue moderna: ¿Quieres rollo? .

Claro que sí.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación