Lola Sampedro
Messi, 'embarracaíto'
¿Si ni Lionel consigue lo que desea, qué podemos esperar el resto de caprichosos mortales?
Vaya por delante: no tengo ni idea de fútbol, pero el otro día me enamoré de Messi. El arrebato lo sufrí mientras lo veía en la televisión, durante esa rueda de prensa que ya es historia. No había conseguido aún articular ni una palabra y yo ya estaba rendida ante sus lágrimas. Míralo ahí, criatura, 'embarracaíto'.
Lo de él fue más que llorar. Messi berreaba en directo, jipiaba desconsolado; con sonido, como los niños de teta. Con sus lágrimas derramó la verdad que los aficionados llevaban meses esperando entre tanto despiste y misterio. Aunque esa verdad se limitara a ese llanto descolocado, porque del resto de todo el escenario aún apenas se entiende nada. ¿Cómo es posible que el mejor futbolista de la historia, ese jugador súper millonario, no haya conseguido lo que quiere, quedarse en el Barcelona? ¿Si ni Messi consigue lo que desea, qué podemos esperar el resto de caprichosos mortales? Es francamente desolador.
Messi está muy triste, se le notó sobre todo en esos ojos chicos llenos de lamento y miedo. Y en esos mocos que le chorreaban de la nariz. Ternurita, tuvo que sonárselos varias veces con un pañuelo. Hace poco una amiga me contó que tiene una manía que heredó de su madre, llevar siempre clínex encima porque nunca sabes cuándo vas a tener un moco colgando. Al ver a Messi agarrado a su pañuelo, pensé en la suya y en la salvación en ese trozo de papel. Llego a estar ahí y le sueno yo los mocos.
Después del berrinche, con la cara enrojecida e hinchada por el esfuerzo, se merecía un vaso de Cola-Cao. Calentito. Los millonarios lloran igual que los pobres, aunque supongo que a ellos el disgusto se les pasa antes.
Las lágrimas de Lionel, sin duda, son lágrimas de derrota. El llanto triste de alguien acostumbrado al éxito es incluso más conmovedor. Los millones son solo un mullido colchón de plumas que no alivia el dolor de esa hernia sentimental. El disgusto se le pasará pronto, como a todos se nos pasan las amarguras incluso cuando no llegas a fin de mes. La diferencia es que la suya, lo pudimos ver, ya es historia. Entre pucheros, en ese sinvivir, solo le faltó decir: «Messi es un ser humano». El resto de respuestas, esas que nadie dio, ya lo pensará mañana.