Fuera de sitio

La cobardía de la UEFA y la bandera LGTBI

«El rechazo unánime de las selecciones a jugar la Eurocopa habría sido la respuesta valiente, aunque los intereses económicos y deportivos la conviertan en imposible»

Vikto Orgán.
Lola Sampedro

Lola Sampedro

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La equidistancia es imposible en cuestiones de derechos humanos. El silencio, ponerse de perfil, te posiciona al lado de los que los violan. El mensaje de la UEFA al prohibir iluminar el Allianz Arena con la bandera arcoíris supone un apoyo de facto a la política homófoba de Hungría y a su nueva ley que impide a los menores de edad acceder a información sobre el colectivo LGTBI.

En concreto, se elimina toda materia referida a ellos en los colegios. Y ya que están, vetan a los menores de 18 años varias películas y series como Friends o Harry Potter. En 2021, para el gobierno de Viktor Orgán, 'El último tango en París' se baila en Hogwarts y el Central Perk.

La excusa de la confederación de ser «una organización política y religiosamente neutral» es un regate fallido desde el mismo momento en que la lucha LGTBI ni es política ni religiosa: es una defensa transversal de la diversidad y, como digo, de derechos humanos fundamentales.

La iniciativa de iluminar el estadio no se trata, como parece defender la UEFA, de mezclar churras con merinas, sino todo lo contrario. Ese arcoíris es un mensaje claro del fútbol europeo contra una ley que atenta contra valores que también deben ser pilares en el deporte: igualdad, respeto, tolerancia y solidaridad.

La hipocresía y cobardía de la UEFA es inadmisible en la Europa del siglo XXI. La respuesta de Alemania de iluminar varios monumentos y todos los estadios de Munich menos el Allianz con la bandera LGTBI es loable, aunque se echa en falta un contragolpe mayor por parte de los equipos que juegan la Eurocopa : el rechazo unánime a participar en una competición cuyo organizador apoya de forma pusilánime a un gobierno, el húngaro, que pretende sumir en la oscuridad a los gais, lesbianas, bisexuales y personas transgénero. Un gobierno que fomenta con sus leyes la soledad y el desamparo de niños y adolescentes.

Ese rechazo unánime de las selecciones a jugar la Eurocopa habría sido la respuesta valiente , aunque los intereses económicos y deportivos la conviertan en imposible. El odio, sin embargo, nunca pide permiso ni perdón; es tajante y directo a la hora de recortar derechos y libertades. Los opresores de lo diferente piden el respeto que ellos nunca otorgan. Por más arcoíris que se enciendan en Munich, son tan solo un apoyo tibio a las personas LGTBI que pretende borrar el gobierno de Orbán. La realidad es que las hemos dejado solas.

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