Fuera de sitio
Borregos
«Del confinamiento he olvidado casi todo lo que hice, lo único que recuerdo son sensaciones. La paranoia colectiva cada vez que ibas al supermercado...»
Apenas recuerdo los días confinada . Aquellos meses permanecen en mi memoria entre una nebulosa. Una mañana hice tortitas para mis hijos y una tarde seguí una clase 'online' de 'twerking'. Digo «seguí» porque a lo mío ahí no se le puede llamar participación, aunque al menos confirmé que no sé mover el culo.
Del confinamiento he olvidado casi todo lo que hice, lo único que recuerdo son sensaciones. La paranoia colectiva cada vez que ibas al supermercado; se podía tocar el miedo, pero sobre todo ese sentimiento compartido de pasmo , de no saber muy bien qué tienes que hacer.
Ese desamparo te golpeaba especialmente en la sección de frutería, cuando intentabas abrir una bolsa con los aguantes de plástico puestos. Pocas veces me he sentido más inútil. Era tan sencillo como quitártelos un segundo, abrirla y volvértelos a poner. Sin embargo, ahí estábamos la gran mayoría, peleándonos con los guantes, la bolsa y la dignidad. Hice muchos amigos intentando comprar manzanas, me congratulaba comprobar que no era la única borrega, me sentía acompañada en mi tontería. Uno me contó que había desarrollado una técnica infalible para abrir la bolsa con los guantes puestos. Y lo peor es que lo escuché con mi máxima atención.
En mi comunidad se acaba de quitar el toque de queda . No sé en qué momento asumimos esas palabras con tanta normalidad en nuestro vocabulario. Durante estos meses, me he descubierto a mí misma diciéndole a mi hijo mayor, cada vez que salía por la tarde: «Acuérdate de volver antes del toque de queda». Quizá es una tontería, pero me provoca tristeza que entre sus recuerdos de adolescencia estén esas palabras . Toque de queda, confinamiento, mascarilla, gel hidroalcohólico, distancia de seguridad... se alejan mucho de los nombres y adjetivos que esperaba para estos años de florecimiento.
Aquí ya no tenemos toque de queda y lo peor es que hasta celebramos que dejen de prohibirnos salir a la calle de noche . Eso ocurre cuando asumes como normalidad lo que solo es caos y tristeza. Yo al menos me he prometido no volver a intentar abrir jamás una bolsa con los guantes de plástico puestos. Espero cumplirlo, que no se me olvide.