Escapada por Santander: Naturaleza, ocio, gastronomía, deporte y cultura

La capital de Cantabria ofrece múltiples posibilidades para hacer planes muy diferentes: playa, visitas culturales a edificios históricos, naturaleza y deporte

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carlos manso chicote

Santander (175.736 habitantes) es una de esas ciudades ideales para una escapada rápida de fin de semana, donde no al visitante no le van a faltar cosas que hacer y ver: playa, cultura, gastronomía, ocio e incluso, en verano el ambiente relajado de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), por el que pasan personalidades de muy diferentes ámbitos.

Si se puede elegir una fecha para ir, recomiendo los meses de verano en el que coinciden el Festival Internacional de Santander (ópera, conciertos de música clásica, etc...) y la «Semana Grande» o la fiesta mayor de la ciudad en el que no faltan las típicas casetas o los fuegos artificiales en la bahía. Mi mes favorito, sin lugar a dudas, es el mes de septiembre cuando el Sardinero - el «Sardi», para los santanderinos- regala sus mejores jornadas: sin excesivo calor, con una playa apenas alfombrada de sombrillas y los días aún son largos.

La Magdalena

-Como visitas inexcusables el Palacio de la Magdalena y la Península que lo aloja: La antigua residencia veraniega del Rey Alfonso XII, de estilo inglés, fue construida por suscripción popular e inaugurada en 1912, y desde hace más de un cuarto de siglo acoge los cursos de la UIMP. Durante todo el año es posible realizar un recorrido por sus diferentes salas por apenas 3 euros, admirando el cuadro de Sorolla y el mobiliario de la época.

También el entorno en el que se encuentra bien merece un paseo por su excepcionalidad: a los espacios verdes diseñados por Forestier con decenas de especies - hay un pequeño zoológico con leones marinos- se le suma la Playa de los Bikinis (dicen que fue allí donde se vieron a las primeras turistas extranjeras llevando esa prenda), y que tiene el honor de que sus aguas son más frías que las del Cantábrico. Además es también agradable observar las vistas a la bahía de Santander y al Mar Cantábrico. Por algo es el lugar favorito de recreo de los santanderinos, y escenario de conciertos multitudinarios durante el verano.

También es muy recomendable realizar un recorrido por el centro de la ciudad para visitar la Iglesia del Cristo, la Catedral, reconstruida tras el incendio de 1941 pero cuyo interior bien merece una parada; el Ayuntamiento o pasear por los Jardines de Pereda, recientemente restaurados, y cuyo nombre es un homenaje al escritor montañés José María Pereda.

Los que deseen hacer un turismo más cultural puede visitar la colección de restos del Museo de Arqueología y Prehistoria (no muy lejos de la ciudad está la Cueva de Altamira); la Biblioteca de Menéndez Pelayo , que conservar cerca de 42.000 volúmenes y que fue la residencia de este prolífico intelectual. El recorrido es gratuito, aunque suele estar algo escondida. Así que pregunten a algún vecino, si no son de los que se sitúan fácilmente con un mapa.

Gastronomía y vida nocturna

La capital cántabra tiene entre sus especialidades, al margen del archifamoso cocido montañés (Restaurante Zacarías), las tortillas rellenas (de queso y jamón, de ensalada, hasta de callos...) para lo que recomiendo acudir «El Diluvio» junto a Plaza Porticada. Se puede ir de tapas o pinchos, para ello no hay mayor placer que probar los 20 pinchos fríos de Asubio Gastrobar y, sobre todo, «Casa Lita»: Entorno a la barra de aquel local, sito en el Paseo de Pereda número 37, el comensal puede elegir entre una amplia variedad de decenas de pinchos, a cual más original y delicioso. Abierto todo el día, su terraza casi siempre está a rebosar. Pero les aseguro, que es toda una experiencia... También debo citar otro nombre propio, «Bodegas la Conveniente» con su pechuga de pollo con bechamel, las croquetas, la cecina, los huevos rellenos.... Sólo una advertencias: Vayan pronto porque se llena enseguida.

En general, para comer o cenar de pinchos calles céntricas como Hernán Cortés, Daoíz y Velarde, General Mola o la Plaza de Cañadío ofrecen muchas posibilidades. Para culminar la noche con unas copas, algunas de las terrazas de la citada Plaza como «El Ventilador». Si acompaña el tiempo, lo mejor es salir fuera del local y participar del ambiente de la plaza. En la Semana Grande, aquello puede llegar a ser lo más parecido al Metro en hora punta.

Naturaleza y deporte

Todo lo anterior estaría incompleto sin reservar una tarde, para dar una vuelta por la Playa de Mataleñas bordeando toda la bahía de SAntander hasta llegar a esta fuerte competidora del «Sardi», situada en una ensenada y rodeada de acantilados, a la que sólo se puede acceder a través de unas escaleras que salvan una gran pendiente. Se puede continuar el paseo hasta el Faro de Cabo Mayor desde el que se disfruta de un paisaje idílico, y en el que recomiendo sentarse en el único bar del lugar para disfrutar los generosos bocadillos y raciones. El de calamares, una tentación...

También cabe la posibilidad de practicar deportes como el golf o el surf, ya que en Santander y en toda la costa cántabra hay escuelas muy bien consideradas.

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