Todo irá bien
Apabullante victoria de España
Puigdemont ha sido derrotado. Los demás líderes del independentismo están fuera de la realidad o se han vuelto pactistas
Yo sé que ayer fue un día duro para muchos y para mí también lo fue, porque guardo intacto el recuerdo de la angustia, la tensión y la violencia con que Puigdemont quiso hacerse el patriota engañando a todo el mundo, sobre todo a ... los suyos. Pero más allá de lo legítimamente enfadados que podamos estar con los líderes del independentismo y el oportunismo ventajista con que Sánchez los ha tratado, son una apabullante victoria de España las condiciones en que Puigdemont podrá encauzar su regreso.
Su partido está al borde de la enésima escisión y su liderazgo sólo funciona entre un reducido grupo de fanáticos que no le dan ni para quedar segundo en las elecciones autonómicas. El independentismo está roto, desarticulado y desactivado como amenaza. Que Sánchez haya querido sacar tajada política aboliendo la malversación no desmiente el hecho de que España ha derrotado a los que quisieron romperla con la democracia y con la Ley, y siendo magnánima en el último acto, con la grandeza de la que sólo son capaces las grandes naciones de la Historia.
El odio a Sánchez y lo mezquino que pueda parecernos su mercadeo no ha de empañar la celebración de esta extraordinaria victoria del Estado, que ha pasado de verse amenazado por una banda terrorista, ETA, y por el golpismo independentista, a incorporar a ambas fuerzas políticas a la normalidad institucional y a la gobernabilidad. Si nos tomamos en serio la política no podemos ponernos histéricas. Ni siquiera emocionales.
Puigdemont ha sido derrotado. Los demás líderes del independentismo están fuera de la realidad o se han vuelto pactistas, en ambos casos sin margen para el alarde. Los supuestos intelectuales del procés, hasta sus antiguos hinchas reconocen que han caído en un ridículo irreparable.
El catastrofismo es una forma de victimismo, un chiringuito como el ecologismo o el feminismo. En España abundan los que hacen cuantiosos negocios anunciando el fin del mundo cada cinco minutos, y presentándose como los imprescindibles para salvarnos del ocaso a cambio de la correspondiente tarifa. Son los mismos pero al revés que en Cataluña hacen su agosto proclamándose los guardianes de las esencias.
La España generosa y compasiva dejará volver a Puigdemont sin ir a la cárcel. El independentismo cainita y agotado lo mandará a la irrelevancia y a su casa.
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