Emotivo homenaje a Txema Aguirre, el ertzaina que evitó una masacre en el Guggenheim

«Ha habido dos personas sin las que el Guggenheim no había sido posible: Frank Gehry lo diseño y Txema Aguirre entregó su vida para protegerlo», han recordado sus compañeros

La viuda de Txema Aguirre contempla la placa en su recuerdo EP

Miriam Villamediana

Bilbao

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El asesinato de Txema Aguirre fue uno de los que más conmocionó a la sociedad vasca en la sangrienta historia de la banda terrorista ETA. Un terrorista le disparó a bocajarro cuando se vio descubierto por el ertzaina que estaba custodiando el museo Guggenheim en vísperas de su inauguración. Hoy familiares, compañeros y amigos le han rendido un emotivo homenaje cuando se cumple un cuarto de siglo del atentado.

Dicen sus compañeros que Aguirre tenía un sexto sentido. Fue precisamente ese olfato el que logró evitar una masacre durante la inauguración del que se ha convertido en principal icono de Bilbao.

El 13 de octubre de 1997 estaba custodiando las inmediaciones de la pinacoteca cuando faltaban cinco días para su inauguración oficial. En un momento dado, notó algo extraño en la actitud de tres hombres, aparentemente jardineros, que estaban descargando una jardinera. Al comprobar la matrícula de su furgoneta le confirmaron que había sido robada y decidió entonces acercarse a identificarles.

Fue al verse acorralados cuando uno de los etarras, Eneko Gogeaskoetxea, le disparó a bocajarro. Logró llegar con vida al hospital pero las heridas eran extremadamente graves y falleció al día siguiente. Tenía 35 años y un hijo de 9.

Luego se supo que los tres etarras habían escondido en esa jardinera doce lanzagranadas. Cuando Txema Aguirre les interceptó se disponían a colocarla en el lugar donde se colocarían todas las autoridades que iban a asistir a la inauguración. La intención de los terroristas era activarlos con control remoto cuando el Rey, el presidente del Gobierno, el lendakari y el alcalde se hubieran colocado para las fotos, lo que hubiera provocado una masacre justo en el momento en el que todo el mundo miraba a Bilbao.

Medalla póstuma

Este jueves, a las doce del mediodía, sus compañeros y amigos han vuelto al lugar donde murió. Todos ellos han guardado un minuto de silencio y han realizado una ofrenda floral. Al acto también ha asistido la máxima dirigente de la policía autonómica, Victoria Landa, y varios mandos del cuerpo ataviados con el uniforme de gala.

Uno de los momentos más emotivos se ha vivido cuando la asociación de ertzainas 'Mila Esker'(mil gracias), que busca el reconocimiento de los los agentes autonómicos víctimas de ETA, han entregado a la viuda de Txema Aguirre, Maite Mollinedo, una medalla a título póstumo. Junto a la insignia también ha recibido un diploma honorífico con el que se ha querido reconocer el «sacrificio personal y entrega» del agente.

El presidente de la asociación, Pablo Rivero, ha destacado en su intervención que el Guggenheim hoy se ha convertido en un icono por la virtuosidad de Frank Gehry, pero también gracias a la profesionalidad de Aguirre, «que lo protegió hasta la muerte». «Siempre has estado y estarás en nuestro recuerdo», ha concluido.

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