Maroto: «Se vende como la nueva medicina pero Ciudadanos tiene efectos secundarios muy adversos»

«Se vende como la nueva medicina, pero votar a Ciudadanos tiene efectos secundarios muy adversos, en el País Vasco especialmente . La jaqueca puede ser terrible el día 21». De nuevo, esta tarde en la localidad vizcaína de Portugalete, durante un acto de cara a las elecciones del próximo domingo, el vicesecretario de sectorial del PP, Javier Maroto , ha reservado las líneas más afiladas de su discurso para la formación que lidera Albert Rivera.

Ha hecho especial hincapié en las «propuestas» de C’s, esas que, ha indicado, hubieran preferido ocultar, pero « uno no se puede pasar la campaña sonriendo y quedando mono en los carteles ». Como pretender que no haya «voces plurales» en el Senado, sustituyéndolas por los respectivos presidentes autonómicos. «Pero ni Urkullu representa a todos los vascos, ni Barkos a todos los navarros ni mucho menos Mas a todos los catalanes», ha rebatido.

Ha insistido en que el partido naranja «va contra Euskadi» por oponerse a las inversiones, la Alta Velocidad, las Diputaciones y sus «señas de identidad». « Es darse un tiro en el pie de los vascos ». Y tampoco ha dejado pasar la ocasión de comentar que en las calles no se ven carteles de candidatos locales de Ciudadanos. Solo de Rivera.

« No se fía de los que tiene alrededor . ¿Quién es el candidato de Vizcaya? ¿Y el de Álava? ¿Y el de Guipúzcoa?», se ha preguntado. Cuando a esos candidatos «les dejan el micro», ha incidido, surgen las «meteduras de pata», como la que generaron en torno a la violencia de género.

Pero Maroto, que ha compartido atril con Leopoldo Barreda y Antón Damborena, también se ha volcado en ofrecer razones para «votar en positivo» al Partido Popular y a Mariano Rajoy, el «único candidato», subrayó, que «reúne las condiciones» para garantizar «la recuperación económica, la defensa de verdad y sin fisuras de la unidad territorial» y que frente a la amenaza del terrorismo no hace «ni media concesión». Del resto, del tripartito, «como una inmensa mayoría de españoles», Maroto lo tiene claro: «No me puedo fiar».