Juicio contra los arqueólogos acusados de falsificar los orígenes del cristianismo

La Audiencia de Álava acoge el juicio por la supuesta falsificación de unos grafitos hallados en el yacimiento de Iruña-Veleia

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El estruendo del hallazgo se escuchó más allá de las fronteras españolas. Y no era para menos: de un yacimiento cercano a Vitoria habían brotado casi 500 restos arqueológicos que ponían en entredicho todo lo que se sabe acerca del surgimiento del Cristianismo y del euskera. Entre los vestigios se encontraba, supuestamente, la más antigua representación de la crucifixión de Jesús de Nazaret , que los excavadores databan del siglo III. Pero el resplandor de tal descubrimiento, anunciado como un acontecimiento de «trascendencia mundial», pronto fue engullido por las sospechas de fraude, y sus principales artífices señalados por llevar a cabo una de las mayores falsificaciones de la historia . Si mintieron o no lo determinará la Audiencia Provincial de Álava, que este lunes acogerá la primera sesión del juicio.

Los restos se encontraron en Iruña-Veleia , un yacimiento arqueológico situado en el municipio alavés de Iruña de Oca, a apenas 10 kilómetros de Vitoria. El origen de esta ocupación se remonta a la Edad del Bronce, aunque fue ya en la primera mitad del siglo I d.C. cuando se levantaron las primeras viviendas urbanas romanas. En dicho enclave aparecieron entre 2005 y 2006 los vestigios que ahora se encuentran bajo tela de juicio, unos grafitos escritos en cerámicas de los siglos III, IV y V. Lo más extraordinario del hallazgo es que adelanta 800 años la entrada del Cristianismo .

La excavación se produjo bajo la gestión de la empresa Lumen, cuyo administrador no era otro que Eliseo Gil, exdirector del yacimiento. Junto a él se sientan en el banquillo de los acusados uno de sus empleados, Oscar Escribano; y el falso físico nuclear Rubén Cerdán, quien no pudo certificar su titulación académica ni los supuestos informes que realizó sobre las piezas y que, según dijo, confirmaban la autenticidad de los grafitos.

De lo que no cabe duda es del valor de los vestigios, pertenecientes a la época tardorromana. Según defiende la Fiscalía, el problema radica en que Gil y Escribano los deterioraron «de forma irreversible» para dotarlos de un «pretendido valor histórico-cultural-religioso que no tenían». Para ello, lo que hicieron supuestamente fue rayar la superficie de las piezas «a los efectos de realizar sobre ellas las supuestas inscripciones excepcionales». Para dotar de fiabilidad científica a las piezas acudieron a Cerdán, que resultó ser un falso físico nuclear, para que realizara tres informes sobre las piezas basados en analíticas que «nunca se llegaron a realizar».

El «RIP» imposible

Las primeras sospechas de fraude surgieron en la Diputación de Álava, propietaria del yacimiento, que llegó a crear una comisión científica asesora constituida por profesores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) para determinar si el hallazgo era o no auténtico. Lo cierto es que había detalles que no terminaban de cuadrar, como la inscripción «Requiescat In Pace» (RIP) que aparece sobre una ilustración de la crucifixión de Cristo. Lo que se escribió sobre la cruz fue «INRI», que se traduce como «Jesús de Nazaret, rey de los judíos». Otra cosa que no terminaba de convencer al mundo científico era que se tallaran en huesos las palabras Nefertiti y Nefertari, pues se trata de convenciones modernas que facilitan la pronunciación de nombres egipcios.

Son algunos de los motivos por los que la Diputación Foral decidió finalmente presentar denuncia en 2009. Once años después, la Audiencia de Álava acogerá el lunes la primera sesión del juicio. Según informaron desde el Poder Judicial, el 3 de febrero declararán los tres acusados, y en los siguientes días se abordarán las pruebas testificales, las periciales y los informes. Para Eliseo Gil y Oscar Escribano, la Fiscalía solicita una pena de cinco años y medio de cárcel, así como una multa de 7.200 euros, por un delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa en concurso con un delito de falsedad en documento privado. En el caso de Rubén Cerdán se reclama una pena de dos años y seis meses.

El Ministerio Público solicita además que Gil y Escribano indemnicen al Gobierno vasco con 285.600 euros por los daños causados en el patrimonio cultural y que los tres acusados abonen a partes iguales a la Diputación de Álava 12.490 euros en concepto de responsabilidad civil.

«Son auténticos»

No obstante, los acusados no dan por perdido el juicio, en el que defenderán su inocencia. Gil insiste en que los grafitos que encontraron «son auténticos», tal y como recoge la Plataforma Iruña-Veleia, que apunta que un juzgado «no es el escenario más idóneo para dirimir una controversia científica» . E insiste: «A día de hoy no se ha demostrado científicamente que ninguno de los grafitos sea falso, y mucho menos que los encausados sean los autores de los mismos».

«Un posible tesoro cultural y lingüístico, que afecta directamente a la historia del euskera y a otras áreas de conocimiento, está en peligro de terminar en el vertedero —sostiene esta plataforma—. Y personas presuntamente inocentes que ya han sufrido lo indecible están en peligro de terminar en la cárcel».

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