Ignacio Camacho

Lo normal y lo extraño

Para la izquierda española, Juan Carlos es la única persona del planeta obligado a dar plantón al rey de Inglaterra

Ignacio Camacho

Marketing de Estado

El ritual sucesorio del Trono británico es una inteligente operación de propaganda institucional y orgullo identitario

Ignacio Camacho

Un rey afligido

Hay en Carlos un aire dolorido, de víctima, de no haber entendido que la institución está por encima de su propia vida

Ignacio Camacho

Humo y espejos

El liderazgo simbólico de Isabel II atravesó crisis y conflictos apoyado en el prestigio moral de un legado de siglos

Ignacio Camacho

Estropicio

La avería judicial es muy grave. Y como todo lo que toca Sánchez, se va a llevar jirones del sistema por delante

Ignacio Camacho

A por la aldea gala

Sánchez ha marcado un objetivo para después del verano y consiste en tomar el Tribunal Constitucional al asalto

Ignacio Camacho

Una comparación 'odiosa'

Una malversación de 206.000 euros le costó a Pedro Pacheco una condena de cinco años y medio. Y cumplió tres enteros

Luis Miranda

Formas del mal

El dinero de los ERE se ha evaporado, pero queda el miedo andaluz al desamparo que lleva a suplicar ayuda a la Junta

Ignacio Camacho

La Fiscalía al quite

Cada vez que se abre alguna vía contra la impunidad de los etarras, el Gobierno mueve sus hilos en dirección contraria

Ignacio Camacho

Como un guiñapo

Sánchez siente el mismo desprecio por su Comité Federal que por el Parlamento. Su fuente de legitimidad es el Gobierno

Ignacio Camacho

La primera trompeta

Los cortes de gas de Putin tratan de poner precio a la resistencia moral de una Europa desacostumbrada al esfuerzo

Ignacio Camacho

Calienta que sales

Sánchez no tiene banquillo ni en el partido ni en el Gobierno. Su capital humano carece de competencia y de talento

Ignacio Camacho

Clima de ventajismo

En vez de excusas oportunistas sobre el cambio climático, la población de los parajes quemados espera una pizca de amparo

Ignacio Camacho

Populismo de los chinos

Cuando Sánchez asegura que va «a por todas», aparece ante los ciudadanos el vivo retrato de un gobernante sentenciado