Vox veta a CS y se postula para un gobierno de coalición con Almeida
Tras más de un año de rifirrafes, Ortega Smith escenifica un deshielo con el alcalde en una reunión sobre las normas urbanísticas sin el responsable del área

Era la primera toma de contacto desde finales de 2021. El alcalde madrileño, José Luis Martínez-Almeida (PP), y el portavoz de Vox en el ayuntamiento, Javier Ortega Smith, no se habían reunido en más de un año, no habían negociado asuntos importantes, ni ... siquiera los presupuestos. Hasta este miércoles, a las 10 de la mañana, cuando los dos se citaron en el Palacio de Cibeles para desbloquear la modificación de las normas urbanísticas, en el aire durante meses tras la negativa de Vox. Esa reunión abrió una puerta y cerró otra, y fue un portazo más literal que metafórico. Ortega Smith impidió al responsable de Desarrollo Urbano, el concejal de Ciudadanos Mariano Fuentes, entrar en el despacho.
La actualización del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1997 era un pretexto. De la reunión a dos bandas no salieron conclusiones técnicas, sino políticas: a menos de 100 días de las elecciones municipales, Vox se postula para gobernar en coalición con el PP y repartirse concejalías, como el sustituto de CS, que se hunde en las encuestas y en su propia crisis interna. Ortega Smith fue el primero en dar su versión:
—Alcalde, nos vamos a tener que entender, porque en las próximas elecciones creo que ni tú ni yo vamos a tener mayoría absoluta.
—Yo prefiero gobernar solo.
—Yo también, alcalde, pero si no tienes mayoría absoluta, ¿vas a gobernar con Más Madrid y PSOE?
Un par de frases bastaron para el deshielo, apenas 24 horas después de que Ortega Smith atacara al regidor en la sesión del pleno municipal. La dureza del discurso y los ataques personales del concejal —«usted es el alcalde del trilerismo», «mentiroso»— mutaron al día siguiente en palabras conciliadoras. «Aunque nos separen muchas cosas, tenemos que encontrar soluciones», zanjó Ortega Smith. «Quiero pensar que, pasado el 28 de mayo, el alcalde y yo podremos formar un gobierno», auguró.
Cuota de poder
En 2019, los cuatro concejales que ganó Vox en las urnas sirvieron para investir a Almeida, pero los cuatro se quedaron fuera del equipo de gobierno y PP y CS se repartieron las carteras municipales. Esta vez, sin embargo, Ortega Smith ha dejado claro que reclamarán su cuota de poder. «Exigiremos el número de concejalías que nos dé la proporción de nuestros votos», señaló, «si los madrileños dicen un 10%, o un 50%, porque hemos tenido los mismos votos que el PP, pues cincuenta, cincuenta».
El delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, que pertenece al núcleo duro de la vicealcaldesa Begoña Villacís, fue el segundo en informar de lo ocurrido a las 10 de la mañana. Ortega Smith dijo que quería una reunión a solas con Almeida. «El alcalde no ha intentado interceder, porque realmente ha sido una exigencia, o me iba o no se celebraba la reunión», aseveró Fuentes, que tachó la actitud de Vox de «puro interés electoralista».
«Yo no he hablado de gobiernos de coalición», precisó el regidor al término de la presentación de Madrid Salud en el salón de actos. «Nosotros lo que queremos es gobernar en solitario». Es un mantra que Almeida repite a menudo, sobre todo, desde la cadena de dimisiones y problemas internos que ha protagonizado su socio naranja en los últimos meses. El meollo de la reunión, desatascar la modificación de las normas urbanísticas, quedó en un segundo plano. «Ortega Smith nos ha trasladado que era una reunión de carácter político, más que técnico, y Fuentes lo ha entendido desde el primer momento», puntualizó.
El primer desplante de Vox por esta actualización normativa fue el pasado diciembre. Para la cuestión importante, los presupuestos de 2023, Ortega Smith no dio su brazo a torcer —dibujó una línea roja: abolir el reformulado Madrid Central— y nunca se sentó a negociar. El 22 de diciembre, Almeida se resignó a terminar su mandato sin cuentas y el foco mediático se centró en la prórroga presupuestaria. Unos días después, el equipo de gobierno convocó una comisión extraordinaria para aprobar el texto de Desarrollo Urbano de 1.700 páginas y poder aprobar la modificación del PGOU antes de fin de año. Contra todo pronóstico, Vox, que había apoyado los trámites precedentes, tumbó su aprobación.
«No entendemos que, para construir edificios, hacer aparcamientos, usos residenciales o industriales, Madrid necesita estar hablando de cuestiones como la perspectiva de género o la agenda 2030», justificó este miércoles Ortega Smith, que esta semana remitió al equipo de gobierno sus condiciones para desbloquear la situación. Entre ellas, que las llamadas cocinas fantasma puedan instalarse en patios de manzana si los vecinos lo permiten o que se mantenga el estudio de evaluación ambiental (el ERIU).
Fuentes fue tajante: «Vox ha tenido seis meses para presentar alegaciones. Está exigiendo una serie de elementos de modificación que lo que harían sería retrotraer el expediente dos años antes, porque tendríamos que empezar de cero». Muchas de sus peticiones escapan a las competencias del ayuntamiento y una de ellas, la del ERIU, «no se entiende bien», sostienen fuentes del área, que en los próximos días enviarán a Vox su propuesta.
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El tiempo corre, más allá de la cuenta atrás hasta el 28-M, porque la parálisis normativa congela 255 millones de euros —el impacto en el PIB madrileño de las actividades económicas que se podrían realizar con el nuevo marco jurídico— y 4.300 empleos, según datos de CEIM, la patronal empresarial. Mientras el texto no tenga luz verde, las grúas de los grandes desarrollos del sureste seguirán inmóviles.
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