Del Real a Doña Manolita: Madrid vivió con ganas la previa del sorteo de la Lotería
Entre los décimos comprados sobre la bocina y los primeros montando guardia para ver a los niños de San Ildefonso, la ciudad abrió otra veta de su Navidad plural
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Momentos D del Día H. Madrid, como aquella plaza de toros que popularizó el Dúo Sacapuntas, andaba 'abarrotá'. Y no sólo antes de llegar a ver a la tierna fauna de Ópera, también antes, mucho antes, cuando el compañero de piso del arribafirmante, con el carnet de abonado de Doña Manolita, salió a recoger los últimos décimos de la lotería, de la de Navidad y de la regular, de los quioscos de Argüelles.
Plan de multitudes, pero llegando al Teatro Real, pasando entre Witiza y Don Pelayo, ya venían padres con niños de novillos qué habría qué preguntarse qué clase es esa de conciliación para ir a ver a los que van a ver a los niños de San Ildefonso. Que pasaban de quince por entonces.
Dice Garci, en un ejercicio íntimo de memoria, que «esa gente a la puerta del Real va a ver salir al Gordo como van a ver a Messi»; del mismo modo. Por eso los sombreros de baratillo y cartón, por eso un señor que parecía el Tío Sam hecho con cuatro trapos y que se hacía llamar Mateo, «el que siempre ve el sorteo», en afortunada rima. Preguntado por la ilusión de ver a un niño de San Ildefonso, se le iluminaban de lágrimas unas gafas psicodélicas, quería cobrar la foto y tampoco era plan de estropearle el negocio.
Quien sí se dejó caer, entre otros disfraces de disfraz (sic), era el Mocito Feliz, viejo conocido del cronista y un miembro más, apócrifo, del clan Pantoja. Acaso porque cuando la Operación Malaya, él tenía su plano y su cancioncilla 'ad hoc' detrás de la diva y del alcalde de Marbella. Una vida en la carretera, cantando; pero no es Dylan.
También en esta cola que iría a pasar la cola al raso, se vieron escenas tiernas. Como la de Manuela Sevilla, «85 años, me ha dado un bajón, y voy comer algo», y siempre la primera en entrar en el Teatro. O un grupo de Onda, Castellón, que andaba jugando al dominó con trajes de superhéroes hechos de urgencia; Thor llevaba en el martillo los decimos pegados y no sabe que la 'nuit' madrileña es golfante en esa zona. A estos de la cola del Real, que no son los de Medinaceli por las pintas, se les veía soltura ante las cámaras y, quizá sin estudios del gremio, hablaban de «directo» y «plano» como Wyler.
El Mocito Feliz
El Mocito Feliz seguía, sigue y seguirá con sus rimas al portador, vestido entre Gaspar, Baltasar y el Olentzero con un humor que era, a la distancia, trágico. Luego estaban Cuchi a lo Tom Jones, y Manoli. Una sororidad de admiradores del bombo. Cada cual con su historia. Especial. Para escuchar. Eran y son como una cofradía a la que les da igual la suerte y más bien prefieren un primer plano de Telediario.
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También un Quijote quería salir en plano. Y echaban a los plumillas por el minuto de gloria en cámara. Hubo un cisma entre dos papás de mentirijillas; uno como el del Palmar de Troya, otro como Benedicto (sic) con su «monaguillo». Pero Juan López, vestido, ya se ha dicho como el papa del Palmar, bendecía a la ciudad y al mindl. Y bendijo al reportero, y el reportero rezó un latín rumbo a Doña Manolita, al valleinclanesco décimo.
Y allí, en Doña Manolita, una cola que iba durando una hora según las fuentes loteras. María, la voz cantante, vendía a los últimos con la amabilidad romaní en el rostrl. Vio cara de periodista y, como el Sumo Pontífice apócrifo, también dio la bendición. Alexis, viejo amigo peruano, también vendía décimos frente a Doña Manolita. Su hermano en Ámsterdam con una estrella Michelin, él con un panelón de décimos y un bar en Cea Bermúdez.
Cuando salga el gordo, cada cual a sus asuntos.
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Como cada año, el 22 de diciembre vuelve el sorteo extraordinario de Lotería de Navidad, que en esta ocasión reparte 2.500 millones de euros. Aquí puedes comprobar Lotería de Navidad, si tu décimo ha sido agraciado con alguno de los premios y con cuánto dinero. ¡Mucha suerte!