Los primos de Vallecas escaparon a Toledo tres veces antes en un año para ver a la exnovia

Fuentes del entorno de las familias afirman a ABC que, aunque en el momento de interponer la denuncia en la comisaría de su distrito, justo después de su desaparición (el 10 de diciembre, con la excusa de comprar un bocadillo en un supermercado de Carabanchel), negaron huidas previas, sí que las hubo.

En concreto, para ver a Lucía, la exnovia de Fernando, que tenía 17 años. Su primo Ángel, de 11, iba acompañándole a todos sitios y también empezaba a sentir algo por la hermana pequeña de la chica toledana.

Sin embargo, los padres del mayor le tenían prohibido acercarse a ella: habían dejado la relación y Lucía ya estaba con un joven argelino, mientras que el muchacho de Vallecas se había casado con otra joven. Pero mantenían el contacto. De hecho, en las ocasiones previas al viaje en el que fallecieron (que sería la cuarta), los padres de Fernando fueron a recogerles a la casa de los padres de su ex, les regañaron y también alguna vez le reprocharon a sus 'exconsuegros' que recibieran allí a los muchachos.

Esto refuerza la teoría de la fuga voluntaria. Aunque la familia considera que el pasado 10 de diciembre lo hicieron tras convencerles alguien de que acudieran allí, al barrio de Santa Bárbara de Toledo, pero que lo hicieran sin sus teléfonos. «Ellos siempre iban con sus móviles y ese día los habían dejado en casa. Es muy raro. La Policía se los ha llevado para hacer un volcado y analizarlos», indica una persona de la total confianza de la familia.

Los investigadores, en cambio, siempre han apostado por la fuga voluntaria y, por el momento y tras el hallazgo del cadáver del Fernando el 15 de diciembre y de una pierna y parte del pantalón de Ángel, el miércoles pasado, en el Ecoparque de la ciudad de las Tres Culturas, mantienen la hipótesis de la muerte accidental. Suponen que durmieron en un contenedor de basura y que por eso acabaron en la escombrera, muertos por asfixia.

Lo cierto es que los jóvenes dieron esquinazo al padre de Fernando mientras estaba en una tintorería a apenas 50 metros, con la excusa de ir al Hiper Usera a comprar comida. Apenas, se supone, llevaban 15 euros. Pero no debía de ser así, por varios motivos.

Según ha podido saber ABC, se fueron a las cuatro de la tarde y sobre las seis les captaron las cámaras de la estación de autobuses toledana, llegando a la ciudad. Habían pagado los dos su viaje, pero es que luego se les vio pasar por un hotel (imposible pernoctar allí, al ser menores); y sobre las ocho la tarde fueron grabados por el sistema de videovigilancia del centro comercial Luz del Tajo.

Allí compraron dos sudaderas, una amarilla para Fernando y otra roja y negra para Ángel.

«Esto refuta la tesis de que llevaban más dinero, que habían ahorrado y que lo tenían todo planeado para ir a ver a las chicas», incide el informante. Eso sí, insisten en su círculo que la muerte no fue accidental. La madre de Lucía y su pareja actual niegan que llegaran a reunirse con los dos primos aquel día. La Policía sospecha que se les hizo tarde, perdieron el autobús de vuelta y, al no poder estar en casa de la ex, se refugiaron en el contenedor que se convirtió en su sarcófago mortal.

Con la confirmación, el 21 de diciembre, de que el cadáver hallado era el de Fernando; sumada a la recuperación de los restos parciales de su primo, el 11 de enero, los ánimos entre los familiares y conocidos se encendieron. Sinaí Giménez, presidente de la Sociedad Gitana Española, explica a ABC que se ha reunido el Consejo de Ancianos de Madrid, para mediar. Se trata de los principales patriarcas, que se encargan de que no haya conflictos entre familias de esta etnia.

Giménez especifica: «No queremos que ni unos vayan a la cárcel ni otros al cementerio. Los ancianos siempre están a nuestra disposición. La rama paterna de la familia procede de Extremadura y no es muy amplia; pero las madres son de los conocidos como 'los gallegos' o 'los portugueses', que es mayor. Los ancianos tienen un poder muy fuerte y cuentan con el respaldo de la sociedad gitana; si no se siguiese su consejo, sería una falta de respeto. Por ello, han hablado con los 200 o 300 jóvenes más exaltados, para que no vayan contra nadie y se calmen los ánimos».

Sinaí Giménez explica que los padres son gente muy humilde, que no se ha metido en problemas y que se dedican a la recogida de chatarra.