Entrevista
Fatoumata Diawara: «El pop occidental ha olvidado qué es la diversidad»
La estrella de la «world music» admirada por Obama debuta hoy en Madrid, dentro del festival Músicas del Mundo que acoge el Fernán Gómez
¿Se imaginan entrar en una tienda de discos de Mali y encontrarse lo nuevo de Coldplay en la sección de «world music»? Con esa absurda condescendencia tratamos a toda la música no occidental, en uno de esos lamentables prejuicios por superioridad típicos de los europeos. Esos lugares comunes son los que Fatoumata Diawara viene a destruir con su actuación de esta noche, en el festival de Músicas del Mundo que se celebra hasta el 4 de julio en el teatro Fernán Gómez, que contará con la presencia de otros artistas como Yungchen Lhamo, Trio da Kali, Vinicio Capossela, Kroke, Kila o Savina Yannatou.
El padre de Diawara murió hace sólo unos días, y la artista ha tenido que parar su gira internacional para hacer un viaje exprés a su Mali natal, y así poder asistir a su funeral. Está agotada física y mentalmente, y además embarazada, así que los médicos le han aconsejado suspender el concierto de hoy, martes 25 de junio. Pero «bajo ningún concepto» va a cancelar su debut en Madrid . Tampoco esta entrevista telefónica, que ella atiende amablemente a pesar de tener a su otro hijo a su vera, boicotando su «promo» con chillidos, lloriqueos y peticiones de atención. La familia es lo primero.
—Está haciendo un gran esfuerzo por su público español.
—No, es un placer para mí, y es mi deber hacer lo que pueda por los españoles, que tenéis tanto respeto por la cultura. Además siento conexiones con la música española, en el flamenco se pueden encontrar cosas muy africanas, y eso me fascina.
—No hay muchas mujeres africanas que toquen la guitarra eléctrica, ¿verdad?
—No, hay muy pocas. Y que sean solistas, muchas menos. Esa fue precisamente una de las razones que me impulsaron a aprender a tocarla. Había que borrar de las mentes la idea de que las mujeres no hacen ese tipo de cosas.
—¿Qué piensa de la etiqueta «world music»?
—Muy absurda. ¿Qué quiere decir eso? Nada en absoluto. ¿Qué música no se hace en este mundo? Yo todavía no la he oído (risas). La música es música, sin más apellidos. Es algo que cura las almas, venga de donde venga. La música es un poder superior, y etiquetarla es como faltarle el respeto.
—¿Qué le parece el pop occidental?
—Que perdió el interés hace muchos años. En otras décadas había una gran riqueza musical, pero ahora todo suena a lo mismo. El pop occidental se ha olvidado por completo de qué es la diversidad. Cada vez que escucho una novedad, me parece exactamente igual que la anterior. Es una pena, pero es así.
—¿Cree que la tecnología puede poner en peligro el legado musical de Mali y otros países africanos?
—Lo creo, sí. La música de factura electrónica puede estar bien, pero lo está invadiendo todo, y tengo miedo de que los instrumentos ancestrales de mi país acaben desapareciendo. ¿Cómo vas a decirle a un niño o un niña que dedique años a aprender a tocar la kora (un instrumento de cuerda tradicional centroafricano), si pulsando un botón puede obtener lo que quiera? Esto nos afecta a todos. En Europa pasa lo mismo con el piano. ¿Para qué dedicarle tanto esfuerzo? Ya nunca más habrá genios de estos instrumentos.
—¿Se sorprendió al saber que Obama es fan suyo?
—Muchísimo. Creo que tiene bastante mejor gusto que su sucesor (risas).