Devendra Banhart: Lo etéreo en La Riviera
El americano-venezolano es un tipo curioso, cuyo último disco es una colección perfecta de canciones para escuchar en CD
Devendra Banhart es un tipo curioso. Si uno no conoce su obra, da la sensación de ser una figura esquiva, un renegado de la música. Budista, pintor y músico, el compositor nacido en Houston de madre venezolana y padre americano lanzó a finales del año pasado su décimo trabajo de estudio, «Mia». Ahondando en la sensiblidad popera y sentimental que el músico viene explorando durante la última década, el disco es una colección de canciones perfectas para escuchar en CD pero que sufren en directo.
Arrancó con «Is this Nice?», canción que abre también «Mia». Primera muestra del peculiar estilo del cantautor; melodías bonitas y encadenadas sobre ritmos cambiantes que no tienen miedo a fluctuar por distintos géneros. Siguió «Theme for a Taiwanese Woman in Lime Green» en la que Devendra cantó ligeramente desafinado (¿aposta?) dándole un efecto místico a una canción muy minimalista.
Tras cambiar guitarra acústica por eléctrica, se lanzó con «Kantori Ongaku», una de las composiciones más redondas de «Mia». Con una base muy americana, casi country, los arpegios de guitarra se apoyan sobre un teclado tocado con mucha suavidad. La batería recuerda a los viejos trenes de carga que utilizaban esclavos y forajidos para moverse por el sur de Estados Unidos y la voz brilló por su suavidad sobre este collage sonoro. El público que, casi, llenó La Riviera dio la primera ovación de la noche a la banda cuando sonaron los primeros compases de «Mi Negrita», uno de los éxitos populares del cantante.
«Taking a Page», extraída también de «Mia», le dio la oportunidad a Devendra de dejar las 6 cuerdas a un lado y moverse por el escenario micro en mano. El delgado músico levanta pasiones entre sus seguidoras allá donde va y momentos así le sirven para explotar esa faceta de seductor .
«Love Song» resultó ser una muy buena canción para un directo, ideal para interpretar entre dos canciones lentas. Su ritmo bailón y coros poperos ofrecen un contraste ideal para las baladas del venezolano.
Siguió «Carmensita», otro de sus éxitos y que el público bailó con ganas. «Carolina», la única canción en portugués de «Mia», es un precioso tema con una percusión y arpegios angelicales.
Los músicos dejaron sólo a Devendra para la sección acústica, en la que sonaron «Quédate Luna» y «The world is wasted» (solo de batería incluido).
Tras presentar a su fabulosa banda, siguió con «Für Hildegard von Biren», una canción psicodélica que mantiene la línea popera de sus últimos trabajos.
Devendra es un cantante original. No intenta apabullar ni ser perfecto; en su estilo importa más la frescura de la interpretación que el rigor técnico. Da la sensación de que su música evoluciona constantemente y, aunque no podría probarlo, estoy seguro de que el concierto de ayer en La Riviera fue diferente al que hará hoy en San Sebastián , y que volverá a cambiar de nuevo mañana en Barcelona .
La música es fresca y tiene muchos matices interesantes. Las canciones son cortas (por lo general) y sigue la estructura del pop tradicional sin desviarse demasiado. A pesar de todo, hay demasiada repetición y muy poca variación en su estilo. El tono de voz da una sensación de dejadez que se hace pesada después de 45 minutos y la dinámica del concierto fue muy plana. La noche concluyó con «Seahorse» tras una hora y cuarto de música que a muchos les supo a poco .
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