En busca del Proust más poliédrico: judío y homosexual

La exposición, en el Centro Sefarad Israel, estará abierta hasta el 30 de diciembre

Detalle de la exposición TANIA SIEIRA

Jesús Nieto Jurado

Madrid

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Marcel Proust tuvo una doble ocultación, o una doble falsa ocultación. O una doble condición: la de judío y la de homosexual que el canon de la crítica literaria, del turbión de la Historia de la Literatura, si no ha evitado, sí que ha eludido relativamente: quizá por desconocimiento o porque en él ha pesado más el tópico que la vida y la escritura.

A Proust, el común le viene conociendo, si acaso, por la manida escena de la magdalena, que, no por trascendental, no deja de ser una circunstancia. Como toda su obra. Como todo en su obra, sí, que es una fotografía de un tiempo y de un país cuando la fotografía iba haciéndose Arte.

Hablamos de la Francia que entra en el siglo XX y aún mantiene los bigotes decimonónicos. Proust se vale de la crónica de costumbres, de la autoficción, y la envuelve en el memorialismo; por eso es poco entendido en España, a pesar de las meritorias traducciones de un bisoño Pedro Salinas.

Precisamente, para conocer los dos enfoques de su producción que condicionan toda una personalidad, la exposición 'En busca del tiempo judío de Proust' ahonda justo en eso: en una doble sombra que no fue tal en el autor de 'En busca del tiempo perdido'. Hay, en todo caso, como dice la comisaria de la exposición en el Centro Sefarad de Madrid, Brigitte Leguen, «la necesidad de que el público sepa» que en el ambiente mundano del París de la época, Proust, de madre judía y padre católico, fue un homosexual –si no confeso abiertamente– adoptado y «muy bien tolerado en los altos salones». Y es que la aristocracia francesa interiorizó cierto concepto de la la libertad, de la libertad sobre el papel, mucho antes que la burguesía. Y el dandismo era eso. Ser tal cual, entendidas las circunstancias.

Retrato de Marcel Proust TANIA SIEIRA

Más allá, la exposición, dividida en cinco salas (una audiovisual), se cimenta sobre sus raíces hebraicas, sobre el paso del tiempo, sobre el impacto del caso Dreyfus en su quehacer y sobre el Proust tratado por la opinión pública de la España del momento. Con lienzos 'ad hoc' y documentos al respecto.

Dreyfus y España

Entre los más suyos «era como Chavela Vargas», dice en broma Leguen, que advierte de la querencia de Proust por las catedrales (de las que era experto). Más allá, el completo módulo expositivo muestra otro nervio de la biografía del escritor que merece ser reseñado otra vez: su implicación en el 'caso Dreyfus'; Proust, y hay que subrayarlo, fue uno de los intelectuales que más prontamente se implicaron en la defensa del capitán alsaciano. A tal efecto se exhiben fragmentos no sólo de Luis Bonafoux en 'los papeles' españoles de la época; también el posicionamiento de Blasco Ibáñez que, paradójicamente, en principio fue un furibundo antisemita y aquí se posiciona contra la injusticia. De alguna manera, recuerda Beguen, la Generación del 98 también se involucró mucho en el asunto.

Priimera edición en español de uno de los volúmenes de 'En busca del tiempo perdido' TANIA SIEIRA

La exposición, que estará abierta de forma gratuita hasta el 30 de diciembre, parte del centenario de la muerte del escritor y de una visita del director del Centro Sefarad de Madrid, Jaime Moreno Bau, a un París que sí que se acuerda de uno de sus mejores retratistas.

De hecho, ésa es la idea fuerza de la Casa. Primero fijar a Proust en el lector medio español; después, abordar en la doble condición de su viaje vital. Interno y externo. Judío y homosexual en tiempos revueltos; también en Francia.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación