El asesino confeso de Juana Canal exigió al hijo dinero tras matarla: «Se ha ido y me debe 600 euros»
Jesús Pradales llamó varias veces a Sergio, que tuvo que pedir ayuda a sus tíos ante la insistencia del ex de la víctima mortal, que además le espetó en 2003: «Tu madre no va a regresar»
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Conforme avanzan los días tras la detención del homicida confeso de Juana Canal, surgen detalles de la personalidad de este sujeto que revelan, como afirman en el entorno familiar de la víctima, la «maldad» del que ahora se presenta, casi 20 años después del crimen, ... como una persona que «quería a Juani» y que murió «por un mal golpe» que le propinó en la vivienda de la calle de Boldano.
Una supuesta colaboración con la justicia que no es tal, ya que Jesús Pradales Hierro, de 58 años, solo se vio obligado a reconocer que puso muerte, descuartizó y enterró a la que fue su pareja durante los últimos dos años de la vida de ella.
La fecha del crimen fue la madrugada del 22 al 23 de febrero de 2003; pues bien, el 8 de junio de ese mismo año (tres meses y medio después) contraía matrimonio con su esposa actual, Saray. Con ella ha estado regentando hasta su detención e ingreso provisional en la cárcel de Brieva (Ávila) un puesto de hamburguesas y perritos caliente con el que iba de feria en feria.
Pero si hay un hecho que delata la frialdad del autor confeso del homicidio es el hecho, cuentan en el entorno familiar de Juani, de que días y semanas después de haberla matado llamó al hijo mayor de la finada, Sergio. Le reclamaba «una deuda» de 600 euros: «Tienes que juntar el dinero, Sergio, que tu madre se ha fugado y se lo ha llevado, además del abrigo», le repetía. Sergio, que nunca superó la desaparición de su madre (siempre sospechó de Jesús), falleció en 2016 en Galicia, de manera muy prematura. Hoy tendría 38 años, la edad con la que asesinaron a su progenitora.
La insistencia en aquel 2003, mientras que el encartado preparaba su boda con Saray, era tal, que el muchacho, entonces con 18 años, tuvo que ponerse en contacto con sus tíos (Juani dejó a cuatro hermanos, además de a Sergio y el pequeño Óscar) y explicarles lo que estaba sucediendo con los 600 euros. Se suponía que era la recaudación del taxi que la noche del crimen llevó Jesús a casa (siempre la versión del delincuente ante la juez) y por la que discutió la pareja. Y que ella, explicó en sede judicial, arrojó por el váter del piso de Ciudad Lineal.
«Tu madre no va a volver»
En aquella época no fue la única afrenta que dirigió hacia la familia de la que había sido su pareja hasta que la ejecutó. Dos días después de la 'desaparición', Jesús, que entonces no colaboró en ningún momento en la endeble investigación que se hizo, sí que se presentó en el piso de Boldano. Lo hizo para entregarle sus llaves a Sergio: «Te las doy porque tu madre no va a regresar», le espetó al muchacho, con el suceso tan reciente.
Por mucho que los hermanos de la finada insistieron al comisario de Ciudad Lineal en que investigaran más y llamaran a declarar a Jesús, la contestación fue que «ese hombre no mataría ni a una mosca y el perfil del caso es el de una desaparición voluntaria», explican en la familia de la mujer.
Como se ha dicho, a los tres meses y medio, Jesús Pradales se casó con otra mujer, con la que tienen cuatro hijos, dos de ellos en edad escolar. Residía antes de su arresto, el pasado miércoles por la mañana, en Fuente el Saz del Jarama, al norte de la capital. Fue el hallazgo por parte de una pareja de senderistas de una tibia y parte del cráneo de Juana lo que impulsó, esta vez sí, una verdadera investigación sobre este caso, resuelto a cuatro meses de que prescribiera. Los restos óseos los encontraron a finales de 2019 y la base de datos de ADN policial alertó de la correspondencia con el perfil de Canal a comienzos de 2020.
Durante las dos últimas semana, un equipo conjunto de Policía Nacional y Guardia Civil han peinado la zona de los restos, donde se han encontrado más huesos e incluso calcetines y ropa interior que, a la espera del análisis antropológico y de ADN, se cree que son de Juana. Es más, el propio Jesús, cuando confesó, llevó a los agentes a los puntos, muy cercanos, donde había enterrado el cuerpo descuartizado de Juana, cortado en dos partes.
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