50 años de arcade: la fiebre ochentera vuelve a Madrid
Los bares madrileños Rockade y The Next Level Arcade Bar quieren mantener vivo el recuerdo de las máquinas recreativas de los 80 y rescatar su esencia
En una época en la que estamos inmersos en pantallas de última generación y videojuegos modernos, la nostalgia ochentera y la curiosidad de los jóvenes por experimentar sensaciones del pasado se fusionan en un mismo plan: jugar a máquinas arcade en un salón recreativo como los de antes.
Coincidiendo con el 50 aniversario del arcade, puede parecer que estemos hablando de un viaje por el tiempo, pero nada más lejos de la realidad. En Madrid, esto es posible, y bares como Rockade (calle del Almendro, 9) y The Next Level Arcade Bar (calle de Tudescos, 4) nos lo demuestran.
Situados en dos de los lugares más concurridos de la capital, tienen una amplia oferta de juegos recreativos míticos, desde el Comecocos o Street Fighter hasta el Dancing Stage Euromix2, con el que los visitantes pueden darlo todo en la pista de baile.
Aquí, reside su gran éxito, tanto, que los más aficionados hacen cola antes de su apertura para tener un sitio asegurado. «Normalmente las máquinas están todas ocupadas, por eso nos gusta venir un poco antes de que abran», apunta un cliente.
Las máquinas, todas originales y con pantallas de tubo, cuentan con más de 20 años de antigüedad. «El proceso para adquirirlas fue complicado», explica Juan Marchante, fundador de Rockade, «tuvimos que hablar con un coleccionista y él nos ayudó a conseguirlas».
Algo así podría ser típico de personas nacidas en la época en la que el arcade era tan común como ahora lo es la PlayStation, pero la fiebre de los 80 llega también a los más jóvenes.
«Es la primera vez que visito The Next Level y me ha dejado fascinado», cuenta un cliente de tan solo 24 años, «tengo una máquina retro en casa y soy muy fan de estos juegos desde pequeño», e insiste en que irá muchas veces más.
«Tengo una máquina retro en casa y soy muy fan de estos juegos desde pequeño»
Cliente, de 24 años
Miguel Ángel Jiménez, dueño de The Next Level Arcade Bar, está encantado con que pase por su establecimiento todo tipo de público y asegura que, los jóvenes, son los más interesados en conocer este mundo ya que «quieren vivir una experiencia distinta a la que están acostumbrados». Por supuesto, personas de mediana edad también acuden «con la misma ilusión que cuando eran niños». Juan Marchante destaca, también, la presencia de muchos padres con sus hijos pues «quieren que los críos vean los juegos más conocidos de su infancia».
Esencia en estado puro
Una experiencia que los propietarios de estos espacios quieren que sea completa. Por eso, han acondicionado sus negocios de la mejor manera posible, para teletransportar completamente a sus clientes a otra época. Por imposible que pueda parecer, «las personas se sienten sumergidas completamente en otra era», expresa Miguel Ángel. «Decidimos hacer un bar lo más ruidoso y oscuro posible, como los recreativos que yo recuerdo». Además, con una consumición, se puede disfrutar de todas las máquinas disponibles sin límites.
En Rockade se suma a todo esto una lucha por la libertad, carácter de los 80. «Arriesgamos porque cada quien haga lo que quiera», afirma Marchante. «Queríamos abrir un bar sin condicionamientos, sin trabas ni premisas, y creamos Rockade». Ahora, tienen pensado abrir un segundo local en Madrid ya que la gente que les conoce repite y esto «dice mucho de la buena acogida madrileña».
Juan hace énfasis en la combinación de todo esto con la gastronomía, «contamos con 32 tipos de cerveza, cócteles y comida casera para que la gente pueda también tomar algo tranquilamente», además de música ambientada y estilos diferentes de decoración para que la sensación sea, si cabe, mucho más realista para el público. «La idea de combinar juego arcade con gastronomía nos pareció perfecta. Puedes jugar a las máquinas o consumir, independientemente, y a la gente le gustan las dos cosas. Es una mezcla perfecta».
Después de la decadencia
Los arcades marcaron el comienzo de lo que hoy conocemos como videojuegos. En los primeros tiempos, los salones recreativos fueron el escenario de diversión de la mayoría de los niños y ofrecían cosas que no podían tenerse en casa. Estas salas concedían el lujo de la competitividad y la emoción que ahora apenas se palpa.
«Los niños ya no quieren salir de casa con las videoconsolas modernas, se encierran en su habitación y no salen en horas, es una pena», cuenta un padre. «Antes nos juntábamos todos los amigos para jugar en un salón recreativo y nos parecía el plan más divertido del mundo».
Todo esto, tan contrario al contexto actual, poco a poco fue decayendo por razones diversas. La era tecnológica llegó y arrasó con ello casi por completo. Pero la añoranza sigue viva y la moda de lo vintage está muy sumida en la sociedad.
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Ahora, después de la decadencia del arcade y cinco décadas más tarde, bares como Rockade y The Next Level Arcade Bar buscan su recuperación y ofrecen, de forma lo más real posible, las sensaciones, que, para muchos son nuevas, y para muchos otros, melancólicas.