Cartas al alcalde
Un ovni de Champions
El Santiago Bernabéu es una victoria de la veladura de plata sobre el asfalto

Ya le están echando una capa de plata al Santiago Bernabéu, como chal de fachada, con lo que quedamos a dos soplos de rematar el templo mayor del tinglado. Yo sé que usted se anima con la tribu del Cholo, pero hay que celebrar ... el Bernabéu, que está quedando como una alhaja. Hemos mirado mucho la obra del Bernabéu, en estos años, pero más bien el Bernabéu en obras nos miraba a nosotros, sopesando el futuro. Este estadio tiene una mitad de nave de fantasía y una mitad de ovni japonés. Tiene la pinta de que ahí dentro pudieran jugar once Vinicius, no sé si humanos o más bien virtuales. Es, ya, como una victoria de la veladura de plata sobre el asfalto.
El monumento pudiera costar más de cuatrocientos millones de euros, pero va previsto que un patrocinador ponga sesenta millones anuales dando quizá apellido al sitio. Es un dinero que se saca más allá del balón. Habrá centro comercial, hotel, otras amenidades y naturalmente el estadio de fútbol, que es el corazón del nuevo meollo, pero el corazón de siempre.
El nuevo Santiago Bernabéu tiene algo de esas botas de galaxia que ahora calzan Benzema, y otros peloteros, entre el ingenio de colores y la reliquia sideral. David Gistau me contaba a menudo que él, de niño, merodeaba los alrededores del estadio para iniciarse en el clamor. Dentro de poco, cuando las obras culminen, nos vamos a reiniciar todos en el clamor, pero dentro de un estadio que tiene algo de arquitectura entresoñada, de osamenta cósmica.
Cuando la pandemia nos recluyó, fue raro seguir al Madrid en partidos con la grada vacía, aunque estábamos todos ahí, sólo que no se nos veía. No hay club sin afición, aunque sí hay estadio huérfano de forofos, que es una cosa directamente fantasmal, porque todo estadio nació para el alboroto y no para el silencio. Eso ha pasado en pandemia, y ha pasado durante la obra, que un modo de soportar un mal, pero un mal benéfico. El Bernabéu ha sido recuerdo, bullicio, templo, gloria. Hasta un monumento en obras, que es lo que todavía es en rigor, ahora mismo. Hasta dentro de poco. Ayer mismo lo miré, desde la Castellana, como quien celebra una catedral caída del firmamento máximo de los anhelos.
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