Vuelta a la guardería: «Los adultos tenemos mucho que aprender de los niños y de su capacidad de adaptación»

Padres y docentes muestran su preocupación ante el incio de las clases en Educación Infantil, aunque se muestran «optimistas» e «ilusionados»

Padres desinfectando el calzado de los alumnos, a la entrada de la Escuela Infantil El Pilar, en la calle de Alcalá Belén Díaz
Adrián Delgado

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Las puertas de una escuela infantil , en sus primeras jornadas, son una coral desafinada de llantos y lamentos. Lagrimones que los más pequeños exhiben con rabia y, con más discreción, los padres al torcer la esquina sin mirar atrás. Pero la nueva normalidad de la era Covid-19 ha trastocado, incluso, esta ya manida anécdota de inicio de curso. No hubo corrillos de preocupados padres primerizos ni dramones que reseñar ayer en el primer día de clase en las escuelas públicas de la Comunidad de Madrid . Quizá por el escaso número de progenitores que decidieron estrenar ayer la posibilidad de dejar a sus hijos de 0 a 3 años –el primer ciclo de Educación Infantil no es obligatorio– en las aulas al iniciarse el curso un viernes. O, tal vez, por el «miedo» y «la incertidumbre» que domina el horizonte más próximo de la situación epidemiológica que sufre la región. Esas eran las dos opciones que barajaban, respectivamente, docentes y padres ayer en la escuela infantil El Pilar , una de las más grandes de la capital de titularidad regional. Los centros educativos gestionados por el Ayuntamiento de Madrid, que cubren también este primer ciclo entre 0 y 3 años, no abrirán hasta el próximo lunes.

Expectantes, apenas cuatro familias esperaban ayer a las nueve de la mañana, en la calle de Alcalá, la apertura de la verja del patio por la que accederán desde ahora los niños. Allí les esperaba, entre muestras de cariño a la pertinente distancia, la directora del centro Ana Villar para explicar, familia por familia, la nueva forma de proceder a la hora de dejar a los alumnos en el centro . «Sentir el afecto de sus “profes” es fundamental para ellos. Crean un vínculo emocional muy fuerte con ellos que ahora se ve un poco más limitado por la imposibilidad de abrazarles, por ejemplo», aseguró una de las madres que decidió llevar a sus hijos a la guardería. «Siempre se tiene miedo, pero confío totalmente en ellos», dijo, en referencia a los profesores.

«El flujo de información entre docentes y padres es fundamental para trasmitir calma en estos momentos», explica Villar a ABC, ilusionada por la vuelta de los infantes a las aulas. «Estoy segura de que los adultos tenemos mucho que aprender de los niños de 0 a 3 años por su gran capacidad de adaptación», opina sobre esta nueva normalidad que también afecta a los más pequeños.

Basta con observar con qué paciencia levantaban ayer sus pies para que sus padres les desinfectaran con pulverizadores de alcohol las suelas de sus zapatos antes de traspasar el umbral, para después proceder a la higienización de sus manos. La entrada de los profesores, separada de la de los alumnos, se produce en este centro por la parte posterior, en la calle de Siena. Misma rutina para los docentes que, como Guadalupe Delgado , se reincorporó ayer desde que las escuelas infantiles cerraran el pasado mes de marzo, en los primeros compases de la pandemia. «Nos va a costar un poquito adaptarnos a estas nuevas rutinas, que incluyen una carga extra de trabajo y atención en el aula», explicó.

A pesar de la escasa asistencia que vivió el centro –«El inicio real de la actividad será el próximo lunes, hoy es más una primera toma de contacto », justificó–, esta profesora cree que algunos niños sufrirán más durante los primeros días. «El apego que han desarrollado todos estos meses con sus padres y familiares pasará factura, seguramente», prevé. Como la mayoría de sus compañeros se muestra optimista. «Mantenemos un contacto permanente con las familias, que colaboran con todas las nuevas medidas necesarias», matizó.

La directora del centro no quiere «anticiparse a los acontecimientos» y vivirán día a día la vida en las aulas . «No sabemos qué va a pasar en el futuro», comentó. «Dentro las aulas son “burbuja”. No hay contacto entre niños de diferente clase, ni entre profesores y niños de otras. Se intentará por todos los medios que los niños no compartan sus cosas y que no se lleven las manos a la boca», explicó Guadalupe Delgado, consciente del «enorme reto» que supone. «Todo el material está desinfectado y los juguetes se lavarán al final de cada día», añadió sobre las medidas extraordinarias impuestas por la Comunidad de Madrid para intentar evitar contagios entre los 94.758 niños de 0 a 3 años que hay matriculados –45.813 de ellos en escuelas públicas– este curso.

Grupos de convivencia

Independientemente de la titularidad del centro, no se pueden formar grupos de convivencia de más de 20 alumnos por clase. Los centros mantendrán, asimismo, abiertas sus puertas hasta las 10 horas para facilitar la entrada progresiva de los alumnos, citados a diferentes turnos para evitar aglomeraciones. En el patio de los centros se quedarán los carritos de bebé para impedir que puedan contaminar el suelo de los centros. Así lo pudo comprobar este diario en el centro de educación infantil Rocío Jurado, en el barrio de Costillares, también gestionada por la Comunidad. En el suelo las marcas señalizan permanentemente los itinerarios de entrada y salida del recinto, así como de distancia de seguridad entre familias.

El segundo ciclo de Educación Infantil –de 3 a 6 años– regresará a las aulas el próximo martes, el mismo día que los alumnos de 1º, 2º y 3º de Primaria. El Gobierno regional está incorporando a un total de 350 educadores de refuerzo.

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