Viaje al Chinchón más 'hollywoodense'
En medio del secretismo de una superproducción, Wes Anderson ha levantado ya los primeros decorados de la película que se rueda en la localidad. El Ayuntamiento calcula que la producción dejará en la zona un impacto económico de 3 millones
«Chinchón; 'famoseo', plaza y mesón». Al menos ese debería ser el adagio del pueblo desde que se sabe que Wes Anderson anda allí preparando el rodaje de su próxima película, rodeado, eso sí, de muchos secretismos envueltos en un enigma que sus vecinos ... asumen con tanta ilusión con escepticismo. Chinchón ha visto al 'star system' del celuloide desde largo, con esa arquitectura de pueblo blanco, castellano y con bellas cuestas. Es martes y llueve, y los primeros paisanos que se resguardan en los soportales tampoco dan mucha importancia a lo que pueda aportar una grabación donde Scarlett Johansson, Margot Robbie, Tom Hanks, Bill Murray y hasta Adrien Brody irán de escondidas por los alrededores.
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Nadie sabe nada, solo se ha visto al director, «sí, el del pelo blanco», petardeando con el 'boogie' azul que tiene estacionado en el bello parador de la localidad, entre lirios y macetas para ocultar que Hollywood , en efecto, está llegando a Chinchón. Por otra parte, ha de ser curiosa la estampa de Brody, doble de Manolete , en el coso urbano del pueblo. O así lo fantasea el cronista.
Los paisanos ya reniegan del que pregunta: «Malo para el pueblo no será», se oye, como única reflexión a la hora del primer anís mientras siguen colocadas las galerías de los toros en la Plaza Mayor y alguien espera a su par apoyado en el burladero.
Clara y María José, mientras Chinchón se despereza, van colocando las mesas, ajenas al cercano Parador que avisa, desde ya, que está reservado para largo. María José y Clara, en el restaurante El Albero, convidan a café y confirman que solo han visto a Anderson, que parece ser muy de pasearse en su vehículo por los contornos. Ambas, hosteleras, dan por hecho el secreto con el que se mueve la gente del celuloide; eso del «pacto de confidencialidad» parece congelar al pueblo en un relativo silencio, si bien María José es «consciente de las casas rurales y el lleno en los hoteles» que se deriva de una producción así. Y del efecto benéfico que «trae cada rodaje». En eso mismo abunda el alcalde, Francisco Javier Martínez , que, el asomado al balcón consistorial y saludando a las vecinas que desayunan, cita «el efecto llamada, a nivel nacional e internacional» de una superproducción para una localidad «bien habituada a tratar con el turismo extranjero». La discreción es virtud del munícipe, pero tampoco puede evitar el regidor la satisfacción de lo que se le viene encima después de las trágicas pérdidas de la pandemia. Un impacto económico en la zona de «más de 3 millones de euros» .
Del argumento nadie sabe nada, aunque María José especula con que sea «algo de marcianos». Es, sin embargo, en el colmado asiático que da al Parador donde el gran Alberto Contador y su cuadrilla ciclista, mientras se hidratan, evocan «un decorado enorme, ahí al lado, en la carretera que lleva a Colmenar. Justo en la linde del pueblo». Si Contador es lacónico, no lo es tanto su compañero de 'grupeta', Antonio, que dice saber de «buena mano» que la productora ha podido « reservar por más de dos años el Parador» , epicentro de la cosa. Muy cerca, en la panadería no quieren, por fatiga mediática, conceder unas palabras a ABC. Con el gesto de la dependienta de taparse los oídos, se comprende que lo que arrastra el mundo del cine pueda llegar a saturar un pueblo.
El decorado de marras asemeja, a la distancia, un Monument Valley con palmeras, entre tierras en barbecho, vías pecuarias y vides que agradecen el chaparrón de finales de agosto. Ni Chinchón es ajena al cine, ni el cine es ajeno a Chinchón: aquí se ha visto a Orson Welles en su célebre 'Campanadas a media noche' o Claudia Cardinale en 'El maravilloso mundo del circo' y un largo etcétera de películas propias y foráneas. Incluso a Jeffrey Hunter haciendo de Jesucristo en 'Rey de Reyes' . Quizá porque los alrededores de Chinchón, entre cárcavas, viñas bíblicas y la tierra desnuda, puede pasar por Palestina o Egipto: todo depende de la capacidad del director de fotografía y de la implicación de los extras. Que es sabido que, siendo españoles, tienen una más que ganada fama mundial.
De momento, el pueblo, después de las fiestas de San Roque y la Virgen de Gracia («con procesiones y con aforos adaptados por la pandemia», recuerda el Ayuntamiento) ve cómo en el llano en llamas le ha brotado una jaima enorme, rocas de presunto cartón piedra y un mundo que, si hacemos caso a María José, la de El Albero, puede ser Marte o el desierto de Arizona. El Marte o el desierto que quiera el cine.
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