Las velas que se utilizan en las series como Águila Roja o el Secreto de Puente Viejo
La Cerería Ortega lleva desde 1893 fabricando velas de forma artesanal. De esta casa salen muchas velas para el cine y el teatro y es posible encontrar una gran variedad de formas y colores
En este pequeño comercio del número 43 de la calle Toledo se siguen fabricando velas de forma artesanal . Es una de las dos únicas cererías de Madrid que mantiene este oficio tan habitual hace unas décadas. Por entonces, al lado de cada iglesia, había casi siempre una cerería. Es el caso de esta casa, muy próxima a la Colegiata de San Isidro . En el archivo municipal data de 1893 , con Victoriano Ortega como propietario. «Mi abuelo vino del Álamo a trabajar a la cerería. Cuando falleció el antiguo propietario, Juan Pérez Lozoya, se lo traspasaron a él», explica a ABC José Manuel Ortega, nieto del fundador y ahora al frente del negocio, junto a su mujer Silvia Misena.
Pocas cosas han cambiado dentro de esta tienda desde finales de siglo XIX. Fuera, bastantes. « Sigo haciendo lo mismo que hacía mi abuelo y utilizando los mismos utensilios », afirma José Manuel. Él empezó a ayudar a la familia con 13 años, trabajaba por la mañana y estudiaba por la tarde. Recuerda que por entonces le daba vergüenza decir a sus amigos en el cole que su familia hacía velas para los muertos, porque era para lo que realmente se vendía. Hizo Industriales y durante tres décadas su vida profesional fue la electrónica hasta que regresó a sus orígenes. «Quien me lo iba a decir a mí que acabaría aquí. Yo siempre le decía a mi padre que el futuro era la electrónica», recuerda el cerero. «Pero este oficio no se olvida, ya sabía cómo funcionaba». Su padre Víctor falleció joven y fue su madre la que durante muchos años estuvo al frente de la tienda. Él ayudó a ambos, sobre todo en épocas de gran demanda de velas, como en Todos los Santos.
Las velas se siguen haciendo igual pero lo que realmente ha cambiado es quien las compra. «Antes se trabajaba casi todo el año para los Santos», recuerda Ortega. Las iglesias eran buenos clientes y muchas familias de gitanos «que compraban muchísimas velas para las chabolas y para todos sus difuntos». José Manuel recuerda que su padre era el banquero de algunas de estas gitanas. «Ellas no se fiaban de los bancos y pedían a mi padre que les guardase el dinero. Y lo venían a buscar según lo necesitaban». De todas aquellas familias gitanas queda solo una que sigue siendo clienta. También han desaparecido los feligreses que compraban velas para encender en las iglesias colindantes. «Ahora es todo eléctrico, las personas tienen dificultades en poder encender una vela tradicional a sus santos», cuenta Silvia , quien lleva unos años en la tienda. Ella es contable pero con la crisis se quedó sin trabajo. Siempre la decían que acabaría como cerera pero ella lo veía algo impensable. Se ocupa de los número, de la página web , de las redes sociales y tiene su pequeño laboratorio donde pinta y perfuma las velas además de innovar con los diseños . «Siempre estoy buscando formas nuevas», afirma. Y prueba de ello es la gran variedad de velas y originales diseños que existen en la tienda. Velas de iglesia, cirios, cerillo, exvotos, perfumadas, rizadas, de campanilla, flotadoras, de cumpleaños, esotéricas, de flores y de animales, entre otros. Las rizadas y de campanilla son las más laboriosas de fabricar.
También realizan velas de dos y tres mechas para cinematografía o teatro . De hecho son muchas las productoras que pasan por la cerería Ortega. De esta casa son las velas utilizadas en series como Águila Roja, Puente Viejo, Acacias 38, La Catedral del Mar y programas como Supervivientes o La Voz. En los últimos años ha crecido mucho la demanda de velas esotéricas para rituales. Y se siguen vendiendo para cofradías aunque en cantidades pequeñas.
Cómo se hace una vela
Primero se funde la cera en una enorme cazuela y se traspasa a la paila, una vasija de metal que se mantiene caliente . Desde ahí se introduce en el noque , un recipiente estrecho y largo en el que se bañan los cabos de vela . Estos pábilos, que cuelgan de una tablilla con contrapeso, se introducen varias veces, hasta lograr el grosor necesario. Los cirios son los más trabajosos dado que el tiempo es mucho mayor, «podemos tardar en hacerlos una semana. Todo depende del grosor que nos piden los clientes». Este trabajo no se puede hacer de forma contínua ya que para determiandas velas es necesario dejar secar la cera antes de darle otro baño. La materia prima utilizada es parafina, distintas mezclas «pero siempre buenos productos». Lo que se intenta es que no goteen ni manchen. De vez en cuando, «nos quemamos con la cera que llega a alcanzar los 90º. Cuando eso pasa, furacin para las quemaduras», comenta Silvia.
Una vela tradicional, de la que se compraban para tener en casa en días de tormenta, dura nueve horas encendida. Se pueden encontrar de todos los precios, desde 20 céntimos hasta los algo más de 60 euros que cuestan los cirios . Se personalizan velas para bautizos, comuniones y cumpleaños. Hace unos años dudaron en poner cierre al negocio, «no es fácil mantener este oficio, tendemos a desaparecer». Pero conscientes de la tradición familiar y de la riqueza que aporta el comercio tradicional siguieron adelante superando las dificultades. A su hijo pequeño, de 12 años, parece no gustarle demasiado lo de las velas, pero nunca se sabe. En lo planes de José Manuel Ortega tampoco estaba seguir con la tradición familiar pero la vida le ha conducido a ello. Y con mucha dedicación y el apoyo de su mujer, siguen dando luz al comercio tradicional de la capital.