Violencia machista
Los vecinos evitaron el suicidio del asesino de Erika
Intentó lanzarse al vacío tras explosionar el piso. Luego, bajó a la calle con las manos ensangrentadas y la ropa hecha jirones, pidió un cigarro y se desmayó
Una mujer de 32 años perdió ayer la vida a manos de su pareja, de la misma edad, quien le rebanó el cuello . A continuación, y con la intención de acabar con su vida, cortó los tubos de la conducción de gas natural, provocando una enorme explosión en la vivienda en la que residían. Esta destrozó la cocina, en donde cristales, ventanas, muebles, techumbre y un tabique, saltaron por los aires.
A falta del resultado de la autopsia, esa es la hipótesis con la que trabaja la Brigada de Policía Judicial de la Policía Nacional. Los hechos sucedieron poco antes de las 10.30 horas en un cuarto piso del número 5 de la calle de San Cipriano (Vicálvaro).
Como el presunto homicida no logró su objetivo –morir–, salió a la terraza del inmueble, malherido, para lanzarse al vacío. Varios vecinos, alarmados por el fuerte estruendo, se percataron de sus intenciones. Fue una mujer la que, sin sospechar aún el trasfondo del suceso, logró convencerle de que no lo hiciera. Instantes después, prácticamente desnudo, porque su ropa estaba hecha jirones, despellejado, ennegrecido, achicharrado –tenía quemaduras en más del 50% del cuerpo–, y con las manos manchadas de sangre, bajaba a la calle. Se paró junto a los contenedores de la basura, situados a unos seis metros del portal, pidió un cigarrillo y se desmayó. Así lo contaron los residentes en la zona, desconcertados por lo ocurrido.
La mujer se llamaba Erika Lorena y era de Honduras, al igual que su pareja, Joel. No constan denuncias previas por malos tratos ni órdenes de alejamiento en vigor. La Policía atribuye el suceso a un crimen de violencia machista , según los primeros indicios. De confirmarse, sería el tercero de la región en lo que va de año, uno más que en 2016.
Custodiado por la Policía
Tras la violenta deflagración fueron activados los servicios de emergencias: Bomberos del Ayuntamiento de Madrid y Samur- Protección Civil . De inmediato, como medida de seguridad, desalojaron a todos los residentes del bloque en que se produjo el estallido y a los del edificio colindante, situado en el número 7. Además, cortaron el gas. El lugar se llenó de agentes nacionales y municipales.
Después, cuando accedieron a la vivienda de la pareja, en la que había un fuerte olor a gas, hallaron a la víctima. Estaba en la cocina que da a un patio interior y tenía un corte profundo en el cuello. Después, efectivos del Cuerpo de Bomberos comprobaron que la conducción del gas había sido manipulada y «una tubería había sido desprendida del lugar en el que debía estar», explicó David Pérez, portavoz de este servicio. No obstante, no se sabe si esa fue la causa de la explosión.
En la calle, los sanitarios del Samur estabilizaron e intubaron al presunto autor de los hechos. Estaba inconsciente y fue trasladado en una UVI-móvil hasta el Hospital de La Paz , en donde ingresó en la Unidad de Quemados con pronóstico de muy grave, según indicó una portavoz de Emergencias Madrid. Ahí permanece custodiado por la Policía en calidad de detenido.
«Jamás les oír discutir»
Mientras se esperaba la llegada del juez de guardia para que ordenara el levantamiento del cadáver (14.00 horas), la calle de San Ciriaco se convirtió en un hervidero de gente y de comentarios. «Jamás les oí discutir. Ni una palabra más alta que otra. Solo esta mañana he escuchado ruido, pero no gritos, a las 9.30, antes de la monumental deflagración. Parecía que estaban corriendo muebles ». Eso decía Ángel, que vive justo debajo de ellos.
«Llegaron aquí hace un lustro más o menos. A ella hace tiempo que no la veía. No parecían muy sociables y él, en concreto, desagradable . Lo digo porque tuve un problema doméstico con ellos y no quería asumir su responsabilidad; encima se puso agresivo».
«Eran un poco raros, sí;no sé si okuparon el piso o qué, pero creo que no pagaban el alquiler ni el agua», terciaba María. «Eran arrendatarios», indicaba otro señor.
A consecuencia de la explosión, la cubierta de la finca, de cuatro plantas, resultó dañada. Lo mismo ocurrió con el cuarto piso del inmueble adyacente –el del número 7 de la calle de San Ciriaco–, ya que la medianería desapareció a causa del estallido. Ahí estaban una anciana y su nieta, que se llevaron el «peor susto de su vida». Ninguno de los dos inmuebles sufrió daños estructurales.
«Vaya mañanita; primero nos intentan matar de un zambombazo, pues un poco más y saltamos por los aires, y luego no nos dejan entrar en casa», protestaban los residentes de la finca contigua. «Lo hemos pasado muy mal porque no sabíamos qué ocurría», afirmaban.
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