El universo del actor en el Siglo de Oro
La Casa Museo de Cervantes acoge una muestra dedicada a la profesionalización del oficio de comediante
Cuesta imaginar a la Reina Mariana de Austria desternillarse en el Coliseo del Buen Retiro ante las chanzas de Cosme Pérez enfundado en el personaje teatral más célebre del Siglo de Oro : Juan Rana. Difícil entender que aquella manifestación de cualidades diabólicas para el entonces pensamiento más ortodoxo de la Iglesia, la risa, pudiera ser exhalada por la magna boca de tan católica majestad. Pero lo cierto es que el famoso cómico pisó las tablas de la Villa y Corte para deleite de la sobrina y esposa de Felipe IV, entre muchos otros, hasta ostentar el oficioso título de favorito de Palacio. Un común mortal que elevó su condición aupado por la fama y el aplauso de sus contemporáneos —y de las pullas de los moralistas— como uno de los máximos ejemplos de la reivindicación de su oficio: el de actor.
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La profesionalización de este trabajo, transmitido de padres a hijos desde la antigüedad, en este periodo de florecimiento de las artes españolas es objeto de una importante exposición que acogerá desde el próximo miércoles el Museo Casa Natal de Cervantes en Alcalá de Henares. Bajo el título «Con descuido cuidadoso: el universo del actor en tiempos de Cervantes», la Comunidad de Madrid ultima estos días esta muestra dedicada al teatro , la que, según convienen los expertos, fuera la gran vocación del escritor. El poder dramático del Príncipe de los Ingenios, aún eclipsado por sus contemporáneos —sobre todo por Lope de Vega y Calderón de la Barca—, le llevó a reflexionar largo y tendido sobre la figura en torno a la que giraba aquel fascinante universo teatral, el actor. Disertaciones que son objeto de esta exposición y que permiten trazar un viaje por los rostros más relevantes del momento.
«Algunos de ellos fueron verdaderas celebridades con vidas plagadas de éxitos mientras estaban en activo que, sin embargo, acababan en miseria en el ocaso de sus carreras », relata a ABC Francisco Sáez Raposo, profesor titular de Literatura Española en la Universidad Complutense de Madrid y comisario de la exposición. «En este recorrido, que empieza por poner rostro a los actores del Siglo de Oro con dos retratos de Cosme Pérez , Juan Rana, y María Inés Calderón, conocida como «La Calderona» —amante de Felipe IV—, intenta poner en contexto cómo fue la vida de estos profesionales también desde lo curioso y lo paradójico», explica en pleno montaje de las piezas en el museo alcalaíno. «Un artista podía vivir de su trabajo sin la necesidad de someter su ingenio al antojo de un protector. Pero, una vez en la vejez y caídos en la desdicha, algunos morían entre penurias», asegura. Simón Aguado , actor y autor teatral —como se llamaba entonces al director de una compañía— es uno de los ejemplos de ese olvido en el que, otrora estrellas, cayeron: «Se sabe que antes de su muerte pidió socorro al Rey para que le pagaran representaciones en la Corte que le debían desde hacía años para poder subsistir».
La exposición que, según la consejera de Cultura Marta Rivera de la Cruz es «a la vez, un proyecto de investigación y un bonito homenaje», aborda las relaciones sociales y emocionales que se tejieron en ese particular universo entre los creadores de piezas teatrales, los directores de las compañías o los actores. El vínculo afectivo que, por ejemplo, reinó entre Lope de Vega y la actriz Jerónima de Burgos, quien representó numerosos papeles concebidos pensando en ella. «El de Nise, de “La Dama Boba”, sin ir más lejos», comenta el profesor sobre una de las más famosas amantes del prolífico escritor junto con Lucía de Salcedo, también actriz. Se adentra, asimismo, en la faceta actoral de famosos personajes del Teatro del Siglo de Oro como Lope de Rueda, del que se sabe que llegó a representar obras al frente de su propia compañía en las fiestas del Corpus. «Fue actor antes que dramaturgo», destaca.
El cuaderno de Bottarga
Entre los curiosos objetos que serán exhibidos se encuentran verdaderas joyas de la historia teatral como el cuaderno de Stefanello Bottarga . El célebre representante de la Comedia del Arte en España dejó para la posteridad manuscritos que permiten hoy saber cómo era el método de trabajo de un cómico . «En él apuntaban ideas que les permitían salir al paso rápidamente de las improvisaciones de sus compañeros en escena para asombro del público», explica el comisario. La muestra también se adentra en el terreno de las falsas atribuciones de grandes obras de la época que aún hoy suscitan debate entre los hispanistas. «Uno de los apartados está dedicado al texto fundacional del mito de Don Juan, “El Burlador de Sevilla”, que gracias a los estudios iniciados por catedráticos como Alfredo Rodríguez López-Vázquez y a las tecnologías de análisis que tenemos ahora sabemos que se ajusta más al estilo léxico y estilístico de Andrés de Claramonte que a Tirso de Molina», expone.
Las vitrinas atesoran ejemplos de esa profesionalización del oficio: «Se muestra un contrato de la formación de la compañía de Andrés de Claramonte en 1614 que se conserva en el Archivo Histórico de Protocolos de Madrid». No es el único detalle sobre el nacimiento de un espíritu gremial. «La idea de la Casa del Actor que nunca prosperó en Las Rozas tiene su precedente, con éxito, en el Siglo de Oro. Se sabe que, entonces, se organizaron como un gremio con una especie de montepío que ayudaba a subsistir a los actores enfermos o cuando llegaban a su ocaso laboral. Otro ejemplo es la Cofradía de comediantes de la Virgen de la Novena —fundada en la Parroquia de San Sebastián del barrio de Las Letras donde estuvo ubicado el cementerio de los artistas—, a la que pertenecieron los autores, empresarios, actores y actrices más notables de la época», concluye.
El recorrido de la muestra termina más de tres siglos después, con un repaso a los montajes teatrales más significativos que, desde la década de 1980, han tenido a estos actores del Siglo de Oro como protagonistas. Entre estos montajes destacan «La Calderona», de la compañía Yllana, o «Andanzas y entremeses de Juan Rana», de Ron Lalá, que han hecho las delicias del público.