Tres intentos de homicidio, el asalto a un burdel y un atraco: así se trabaja con pistolas táser

En apenas dos meses, la Policía Municipal ha utilizado esta arma en tres ocasiones, las últimas esta semana

Prácticas con pistolas táser entre agentes de la Policía Municipal de Madrid JAIME GARCÍA

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La actuación policial del viernes a las puertas de un centro de salud en San Cristóbal de los Ángeles (Villaverde), donde el CNP tuvo que actuar disparando contra un enfermo mental muy peligroso que se tiró al pecho de un agente para matarlo con un cuchillo, pone sobre la mesa la necesidad perentoria de que el Cuerpo nacional cuente con pistolas táser. Un dispositivo que evitaría a quienes se patean la calle tener que echar mano de sus armas reglamentarias y que hoy mantendría con vida al ciudadano ghanés que fue abatido a tiros. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska , antes de la pandemia, prometió esta solución; incluso se dieron los cursos de preparación y hay miles de pistolas eléctricas en los almacenes, sin uso.

En la Policía Municipal de Madrid , la situación es bien distinta. Cuentan con 150 táser, que serán 300 en unos meses y que ya han sido utilizadas en tres ocasiones de lo más variopintas en solo dos meses. La última fue el sábado pasado. A las 12.20 de la mañana, una patrulla que circulaba por el Camino Viejo de Leganés vio a dos jóvenes forcejeando en la calle. Uno de ellos, el agresor, portaba un gran cuchillo, mientras que el otro gritaba: «¡Ayuda, ayuda! ¡Me están apuñalando!».

Un billete de 500 euros y hachís

Los funcionarios ordenaron verbalmente al sujeto que depusiera su actitud. Pero no soltaba el cuchillo. Y se congregó una multitud de personas. Los cuchillos, recuerdan los expertos, son más peligrosos en manos de un delincuente que un arma de fuego. Le dispararon con la táser, consiguiendo reducir al chico, un menor de 17 años, que había robado un billete de 500 euros a su víctima, otro joven de 21, quien había salido corriendo tras el ladrón al ser atracado. Además, llevaba encima una porción de hachís.

La Policía Municipal empezó a recibir sus 150 táser en diciembre pasado. En el Centro Integral de Formación de Seguridad y Emergencias (Cifse), en la calle de Sepúlveda, ya hay 22 instructores en este dispositivo. Roberto García es uno de ellos. El agente explica a ABC que el arma «funciona a través de impulsos eléctricos, mediante un alto voltaje y bajo amperaje»: 0,0012 amperios (un desfibrilador funciona con 2, unas cien veces más que una táser).

El dispositivo provoca el bloqueo del sistema nervioso sensorial.Es decir, que deja paralizados los músculos durante 5 segundos y provoca la caída al suelo del sujeto. «Al segundo número 6, se puede levantar, está perfecto. En ese momento no se le retiene físicamente, sino que hay que aprovecharlo para hacer una aproximación al individuo y quitarle el arma que tenga o convencerle de que deponga su actitud», añade el experto. Así se consigue no usar la pistola de balas, evitando lesiones al delincuente y al policía.

El Oso de Fuenlabrada

El ejemplo más paradigmático de los tres realizados por la Policía Municipal hasta ahora quizá sea el del denominado Oso de Fuenlabrada , un sujeto de una extraordinaria corpulencia. El 1 de septiembre, a las 6 de la mañana, el sospechoso, Juan Carlos M. R., nacido en Alemania en 1975 y con nacionalidad española, entró en el Vive Madrid (Tetuán), el mayor burdel de la ciudad, cuando estaba cerrando. El sujeto es un narcotraficante que cumplió parte de su condena, pues fue semiindultado en 2010. Exigió que le despacharan bebidas y estar con una prostituta. Los trabajadores le negaron todo y le dijeron que se fuera. Pero se puso tan agresivo («Soy campeón nacional de kárate. ¡Me da igual que disparéis!»), que los municipales tuvieron que acudir y tirar de la táser por primera vez en la historia del Cuerpo municipal.

El Oso de Fuenlabrada, ya detenido ABC

La segunda ocasión ocurrió la madrugada del jueves pasado. Un individuo intentó matar a su exmujer, a su hijo de un año y a un amigo, con los que compartía piso. Se tuvieron que encerrar en una habitación, pues los quería asesinar con un cuchillo de 22 centímetros de hoja y una chaira punzante. Ocurrió en un bajo de la calle de Ramón Calabuig (Puente de Vallecas). El nicaragüense llegó borracho y agredió a su ex con un cinturón. La mujer llamó a una amiga, que avisó a la Policía Municipal. El tipo se atrincheró en la casa, tras la puerta, blindada. Las ventanas del bajo tenían rejas. Intentaron ‘negociar’ con él durante una hora, pero amenazó con suicidarse o clavar el cuchillo a los agentes. Puso los brazos en cruz y, profiriendo imploraciones, se llevó el afilador de cuchillos a la yugular, para matarse. Fue entonces cuando le dispararon con la pistola eléctrica.

Un dispositivo muy seguro

«El operador es el que tiene que saber cuándo la debe utilizar. El dispositivo crea un registro de datos: cuándo se produjo la descarga, la intensidad y el número de serie de la táser. Al activarse, se ponen a grabar las cámaras que llevan en el uniforme en un radio de 10 metros», explica García, que recuerda que la formación dura 16 horas, en dos días, con teoría legal y prácticas: «Hay más de 300 estudios a nivel mundial que concluyen que no implican riesgo para la salud».

Lo ideal es disparar por la espalda. Si es de frente, «el policía debe evitar la zona intermamaria»: «Siempre aconsejamos lanzar las dos sondas hacia el abdomen y el cuádriceps, a una distancia mínima de 30,5 centímetros». Dependiendo de la ‘munición’, el ángulo entre ambos polos es de 3,5 a 12 centímetros.

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