Una trampa colosal para niños en Marconi: «Algún día ocurrirá una desgracia»
Los vecinos alertan de la peligrosidad que genera un edificio abandonado de «lofts», abierto de par en par
Todos en la Colonia Marconi saben de la existencia del coloso. En la esquina de las calles de San Eustaquio y Laguna del Marquesado, un enorme edificio de «lofts» abandonado -otro de tantos fantasmas inmobiliarios surgidos por la crisis- se ha convertido en un peligroso pasatiempo de niños y adolescentes. «Esto es un parque de atracciones para los chavales», señala un vecino del bloque colindante . La peligrosidad es máxima. Sin necesidad de forzar la puerta, robada semanas atrás, los jóvenes deambulan por el interior de este esqueleto de hormigón y ladrillo sin ningún tipo de protección.
El «ocio» allí dentro es variado. Unos entran a beber y fumar porros, otros a hacer grafitis y los más pequeños optan por jugar al más arriesgado de los pilla-pilla. «Aquí se mete gente todos los días. Hubo un tiempo en que estuvo cerrado y era casi imposible colarse, pero ahora no hace falta ni saltar la valla », apuntan dos menores, sentados en uno de los bancos que hay en el parquecito de la entrada. Pese a ser conscientes del riesgo, ambos reconocen haber correteado entre las plantas, muchas de ellas quemadas por pequeñas hogueras.
El pasado verano, una de esas fogatas se descontroló hasta el punto de ser necesaria la presencia de varias unidades de Bomberos, Policía y Samur. Aquella, sin embago, no fue la primera vez que acudían los servicios de emergencia. En noviembre de 2016, el desprendimiento de parte de la fachada obligó a los agentes a precintar el tramo de calle pegada al lateral del bloque. Estuvo cortado al menos un mes y, desde entonces, una malla de obra verde cuelga de la pared afectada para evitar la caída de más cascotes.
Dentro, basta un rodeo para constatar los notorios peligros, como la ausencia de ventanales, los cables arrancados o los restos de falso techo de algunas pisos que se han venido abajo. «Hace cosa de un mes, vi a dos niñas de 13 o 14 años encaramadas a uno de los salientes que hay. Me asusté muchísimo y les grité que se fueran de ahí. Si se llegan a caer, se matan», describe un residente, cansado de que nadie tome cartas en el asunto: «Algún día ocurrirá una desgracia y nos llevaremos todos las manos a la cabeza».
La inmensidad del lugar contrasta con la decadencia de un inmueble caído en desgracia hace una década . «De un día para otro, los obreros se esfumaron», recuerdan desde la Asociación de Vecinos Residencial Colonia Marconi. Con el paso del tiempo, los sacos de cemento desaparecieron; también los ladrillos y otros materiales tirados. «Las grúas estuvieron paradas un año, sin que nadie las controlara. Tuvimos que reclamar bastante para que las retiraran», inciden.
Sin okupas
Aunque a primera vista se cumplen varios de los condicionantes habituales , el grupo vecinal no tiene constancia de la presencia de okupas. «No hay agua ni hemos visto que alguien tenga enganchada la luz», señalan, con la premisa clara de dotar al polígono de Marconi de una imagen menos negativa . «Tenemos otros problemas, como la falta de transporte público, de los que pocas veces se habla», justifican, sin dejar de lado cualquier controversia que pueda afectar a la humilde barriada.
El edificio, situado al lado de otro de «lofts» -donde sí reside gente- y muy cerca del colegio concertado Villamadrid , mantiene en vilo a todo el mundo en la zona. «En cuanto vemos a una persona metida, llamamos a la Policía para que la echen», advierten los vecinos, habituados a que el ruido de sirenas provenga casi siempre del mismo lugar: «Hay veces que pueden estar meses sin venir y otras que aparecen bastante a menudo». A la espera de soluciones, los moradores cercanos dan con la tecla para erradicar de un plumazo la situación: «En una mañana un albañil te tapia la puerta con ladrillos y aquí no se mete nadie. Ni que fuera tan difícil».
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